7/17/2008

EN POLÍTICA, LO QUE APARECE ES


Por Alberto Buela *

En filosofía y en la vida en general, las señales son signos naturales, como lo son las nubes respecto de la lluvia, en tanto que los símbolos son señales no naturales creadas por el hombre, como lo es una bandera.

Mientras que, por el contrario, en política los símbolos no sustituyen a la realidad sino que son la realidad, es por ello que en política lo que aparenta, lo que aparece es lo que existe.

No hay acción, hecho o pensamiento político si no aparece, si no se muestra. Es obligación de todo aquel que pretenda pensar sobre la política encontrar el o los hechos emblemáticos que signan un período determinado de la acción política.

Hallado el cual se podrá, recién entonces, establecer un hilo conductor, una totalidad de sentido que permita explicar aquello que sucede en política. Antes de introducirnos en la búsqueda del hecho simbólico que nos permita explicar la política argentina hodierna, permítasenos relatar una breve historia.

Entre los años 540 al 522 a.C. gobernó Atenas, Polícrates de Samos quien fue uno de los tiranos más justos y equitativos de toda la historia política antigua.

Es dable destacar que tirano no tenía en la Grecia clásica el mismo sentido que tiene hoy, pues así eran catalogados los hombres que llegaban al poder por el uso de la fuerza pero que obedecían la leyes.

Dictadores en cambio eran aquellos que no las obedecían sino que se manejaban según su propio capricho subjetivo. Polícrates como tirano de Samos fue un hombre notable, protector de las leyes, las artes y las letras al que todo le salía bien.

Tenía una flota poderosa y estaba aliado al faraón egipcio Amasis. Este su aliado se inquieta que todo le salga tan bien y se lo comenta, a lo que Polícrates asiente y para calmar cualquier celo de los dioses les ofrece en sacrificio su bien más preciado, un anillo con su mayor esmeralda, que arroja al mar.

Días después el cocinero de la corte al abrir un pescado encuentra la joya en su estómago. El hecho es comentado y llega a oídos del faraón Amasis quien creee ver en ello una señal de disgusto de los dioses que no aceptaron la ofrenda de Polícrates, y para evitar la transferencia de algún daño rompe relaciones con éste.

En efecto, meses más tarde Polícrates cae en la trampa que le tiende un gobernador persa y tiene un fin miserable, según relata Homero, pues muere crucificado.

Kirchner, para lo que es la Argentina hoy, hizo un buen gobierno en sus cuatro años de mandato: reactivó la producción económica, nos liberó de la tutela del Banco Mundial, extendió la jubilación a todos, liberándonos de las AFJP, verdaderas sanguijuelas de los futuros jubilados.

Creó empleo y disminuyó la desocupación, llenó las arcas del Banco Central y terminó con la nefasta reforma educativa del polimodal.

Ha sido, en términos generales, el mejor gobernante desde la restauración democrática del 83 para acá. Su fuente de poder fue la alianza de su gobierno con los grandes grupos económicos que se mueven en Argentina conjuntamente con el lobby comunitario más poderoso del país.

Buscó una alianza con los grupos petroleros y la halló en Repsol-YPF a través del banquero Eskenazi. Realizó una participación en Aerolíneas mediante Eurnekian, concretó una relación en el campo de la energía eléctrica con el grupo Midlin y sumó a su proyecto al rey de la soja, Grobocopatel, como empresario bolivariano.

Todo ello sin olvidar sus relaciones íntimas con Eduardo Elztain y el uso de sus oficinas de Puerto Madero. Su táctica fue participar, tomando una parte, en todos estos grandes grupos económicos.

Pero cuando llegó al grupo Clarín, a quien previamente y para seducirlo, le obsequió la unificación de Cablevisión y Multicanal en la televisión por cable, para solicitar luego una participación del 18%, este grupo comandado desde Wall Street por G. Sach le dijo que no. Fue el primer no rotundo y categórico que recibió el gobierno de Kirchner, quien en el ínterin ya había sido heredado por su mujer.

Aparecieron pintadas y carteles en las calles acusando al grupo Clarín de los males argentinos, cuando el grupo, en realidad, había sido durante su gobierno, oficialista, como lo fue con todos los gobiernos desde su creación allá por 1945 por Roberto Noble, quien hizo su fortuna con el negociado de la venta de las tierras públicas del Palomar según lo denunciara en su momento nuestro maestro José Luis Torres, el fiscal de la Década Infame. Clarín, ni tonto ni perezoso, comenzó a promocionar y publicitar la huelga que venía haciendo el campo sin pena ni gloria y la transformó en una cruzada por la justicia social.

Kirchner en dos meses comenzó a recibir así sucesivos no. No del PJ que ya se dividió, no de la CGT que hizo otro tanto, no del Congreso que también se le sublevó, no de la economía que muestra fuerte inflación y aumento de precios básicos. No, en definitiva, del pueblo que le ha perdido su confianza.

Las dádivas y ventajas al grupo Clarín han sido para Kirchner lo que fue el anillo engarzado de esmeralda para Polícrates de Samos. El hecho emblemático que nos anuncia el "fin del fin" como sostuvo el general Padilla de León con respecto al rescate de Ingrid Betancourt. AB/ (*) Filósofo (mejor arkagueuta). Centro de Estudios Estratégicos Suramericanos. Federación del papel. Escuela de Gobierno Pcia. de Bs.As.

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