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6/26/2013

Un invierno de 1970 nos lleva al panteón de los grandes poetas a Leopoldo Marechal





Por María de los Ángeles Marechal
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1900 El 11 de junio nace en Buenos Aires, en la calle Humahuaca 464, Leopoldo Marechal. Son sus padres Lorenza Beloqui, argentina, de ascendencia vasca y Alberto Marechal, uruguayo, de ascendencia francesa. Sus abuelos maternos son Juan Bautista Beloqui y Angela Mendiluce, oriunda de Olazagutía (Navarra); y sus abuelos paternos, Leopoldo Marechal (francés) y Mariana Garans, de ascendencia francesa.

1901 Hijo de una familia cristiana, es bautizado el 23 de febrero en la Parroquia de Nuestra Señora de Balvanera. Son sus padrinos Bernardo Iturralde y Martina Beloqui de Mujica.

1902 El 27 de enero nace su hermana Hortensia Berta.

1905 El primero de enero nace su hermano Alberto.

1907 Comienza su educación en una escuela particular de franceses.

Su padre, Alberto Marechal, mecánico vocacional y autodidacto, fabrica los juguetes para sus hijos En el hogar se habla nuestra lengua y el idioma francés.

1910 La familia se muda a Monte Egmont 280, hoy Tres Arroyos, en el barrio de Villa Crespo. Todos los veranos, viaja a Maipú a la casa de sus tíos Martina y Francisco Mujica, puesteros en el campo. Diversas anécdotas señalan su paso y el recuerdo de su niñez. Leopoldo le contaba a sus amigos de Maipú que su maestro le decía que escribía muy bien y que iba a ser poeta. Los niños del lugar contaban esto a sus padres y los papás les comentaban a sus hijos: ¡Habla así porque es de Buenos Aires!". Niños y padres le pusieron el apodo "Buenos Aires".
Años despues, descendientes maipuenses de aquellos niños, contaron esta divertida historia.
1912 El 2 de agosto fallece en Maipú, su abuelo Juan Bautista Beloqui, llamado "Abuelo Sebastian" en ADÁN BUENOSAYRES y al que le dedica su poema "Abuelo cántabro".

1913 Finaliza la escuela primaria y solicita autorización para iniciar los estudios secundarios. Mientras tanto, busca un trabajo. Por propia decisión ingresa como obrero a una fábrica, de la que es rapidamente despedido por haber incitado al personal a pedir mejoras salariales. El permiso para estudiar le es negado y, junto a su hermana Hortensia, se dedica a cultivar lechugas francesas y cebollas, en el huerto familiar. Lee intensamente a Salgari, entre otros autores.
1916 Inicia los estudios secundarios en la Escuela Nacional Normal Superior Nº 2 "Mariano Acosta". Ahorrando los centavos para el tranvía ( va a pie de ida y vuelta a la Escuela Normal) compra sus primeros libros, usados.
1919 El 4 de enero fallece su tío Francisco Mujica y su esposa, Martina Beloqui de Mujica, debe dejar Maipú. Queda sin patrimonio alguno, ni trabajo. Va a vivir a Monte Egmont 280.
Alberto Marechal enferma de gripe ( una peste asolaba Buenos Aires) y, pese a no estar curado, debe concurrir a su trabajo para no perder su jornal. El 7 de julio, víctima de una recaída, (bronconeumonía) fallece. La familia vive con suma sencillez. El hogar es modesto. La ausencia de su tío y su papá generan una situación difícil para los Marechal.

La decisión familiar, tomada entre todos, es que Leopoldo siga estudiando. Su hermano menor Alberto reemplaza al padre en la fábrica "Babastro" donde trabajaba. A mediados de agosto Leopoldo es contratado como bibliotecario rentado, en la Biblioteca Popular Alberdi. Se recibe de maestro en el mes de noviembre.
Es eximido del servicio militar por no tener suficiente capacidad torácica y decide hacerse socio del Club Náutico Buchardo donde rema hasta mejorar su perímetro torácico.

1921 Comienza a trabajar como maestro en la escuela de la calle Trelles 948, el 29 de abril, en el turno mañana de 8 a 11,30 hs. y mantiene el puesto de bibliotecario.

1922 Publica su primer libro de poemas LOS AGUILUCHOS que en su madurez lo considera un producto de su prehistoria literaria. Lo edita Manuel Gleizer. Traba amistad con Horacio Schiavo, José Bonomi, José Fioravanti y otros.

1923 Se conecta a las revistas Proa y Caras y Caretas, entre otras. Participa activamente en el movimiento vanguardista argentino, formando parte del grupo martinfierrista. El 29 de agosto renuncia a su cargo de bibliotecario.

1925 Publica en Martín Fierro poemas, crónicas, reseñas, críticas y ensayos. Anhela viajar a Europa, su madre y hermanos le ayudan a ahorrar para cumplir su cometido.
1926 Manuel Gleizer le edita DIAS COMO FLECHAS y, hacia fines de año, concreta su primer viaje a Europa. Desembarca en Vigo donde, curiosamente, había nacido María Zoraida, la mujer que sería su esposa, en 1934. Al llegar a Madrid visita a Ramón Gomez de la Serna; traba relación personal con los compañeros de la Gaceta Literaria, con quienes se cartea y cumple, con sus amigos martinfierristas, al visitar a Ortega y Gasset. Se traslada a París donde busca a Francisco Luis Bernárdez y comienza una vida de fiestas cotidianas, hasta que al estar cerca de quedarse sin reservas económicas, decide mudarse, en forma conjunta con Bernárdez, a Montparnasse. José Fioravanti lo exhorta a valorar su tiempo. Traba relación con Picasso, Unamuno, los escultores españoles Mateo y Gargallo; conoce a los argentinos del grupo de París: Horacio Butler, Héctor Basaldúa, Antonio Berni, entre otros.

1927/28 Se reincorpora a la escuela el 2 de julio, como maestro de grado de 6º A. Acepta la invitación que le hace Alberto Gerchunoff para integrar la redacción del nuevo diario El Mundo. Algunos de sus compañeros de esa primera redacción son Antonio Ardissono (compañero del Mariano Acosta y cuñado), Roberto Ledesma, Amado Villar y otros. Posteriormente se incorporan Roberto Arlt, Conrado Nalé Roxlo y Horacio Rega Molina
1929 Junto a su gran amigo, el poeta Bernárdez, funda la revista LIBRA, de la que sale un sólo número. Publica ODAS PARA EL HOMBRE Y LA MUJER. Finaliza normalmente el período escolar y viaja a Europa, despues de ser despedido con una gran fiesta en un "colmado". Desembarca en Boulogne Sur Mer y se traslada a París. Instalado en Montparnasse se encuentra con los artistas plásticos Aquiles Badi, Alfredo Bigatti, Horacio Butler, Juan del Prete, José Fioravanti, Raquel Forner y familia, Alberto Morera, Ricardo Musso, Victor Pissarro.
1930 Comienza a escribir su novela ADÁN BUENOSAYRES. Su familia y amigos le anuncian la obtención del Primer Premio Municipal de Poesía, que festeja alegremente en París. Al llegar el verano europeo viaja a SANARY SUR MER, compartiendo alegrías con los artistas plásticos argentinos mencionados anteriormente. Viaja a Italia y, durante un mes, en Florencia, busca las huellas de Dante Alighieri.


Mario Goloboff - Polémica Marechal-Lugones sobre la rima, Suplemento Literario Télam, 08/03/12
1931 Regresa a Buenos Aires, retoma la docencia y conoce a María Zoraida Barreiro, joven profesora en letras, que lo entrevista por una tarea literaria que debe realizar y lo acepta como novio. Juntos concurren a misa todos los domingos.

Se incorpora al grupo de intelectuales que forma parte de los Cursos de Cultura Católica. Participa activamente del grupo Convivio.
1934 El 8 de enero, en Nuestra Señora de los Buenos Aires, se casa con María Zoraida Barreiro. Celebran familiarmente el casamiento y el cumpleaños de su esposa.

Ambos conforman una pareja alegre, viven en Mexico 3306. Realizan frecuentes reuniones, a las que concurren los familiares de ambos, pintores, poetas y demas intelectuales amigos del matrimonio Marechal. Años más tarde nacen sus hijas María de los Ángeles y María Magdalena (Malena).

1935 En la escuela de la calle Trelles 948 junto con los maestros Pesman, Godoy y Livré juega a la pelota vasca. Termina el juego por un accidente de Leopoldo al girar bruscamente y producirle un agudo dolor de espalda. A partir de esa circunstancia el director prohibe ese deporte dentro del ámbito escolar.

1936 Sur edita LABERINTO DE AMOR que dedica a María Zoraida, su esposa.

1937 Convivio edita CINCO POEMAS AUSTRALES. Con este y LABERINTO DE AMOR gana el Tercer Premio Nacional de Poesía. Publica HISTORIA DE LA CALLE CORRIENTES.
1938 El matrimonio se muda a un departamento en Rivadavia al 2300.

1939 Se edita DESCENSO Y ASCENSO DEL ALMA POR LA BELLEZA y EL NIÑO DIOS.

1940 Publica EL CENTAURO Y SONETOS A SOPHIA, con los que gana el Primer Premio Nacional de Poesía.

1941 Con el importe del premio nacional compra una casaquinta en Adrogué, provincia de Buenos Aires, trasladándose con su familia.
1943 Regresan a Buenos Aires y, nuevamente, alquilan en el mismo edificio de la calle Rivadavia al 2300 que decoran con cuadros y esculturas obsequiados al matrimonio por artistas amigos: Pissarro, Guido, A. Morera, Aquiles Badi, destacándose el busto de Marechal, escultura en bronce, realizada por José Fioravanti.
Buscando ampliar sus horizontes laborales acepta el cargo que le ofrece Gustavo Martinez Zuviría. Viaja a Santa Fe para dedicarse al Consejo General de Educación, que preside. Se edita VIDA DE SANTA ROSA DE LIMA. El 24 de septiembre, en la Biblioteca del Consejo Nacional de Mujeres, da una conferencia titulada "Recuerdo y meditación de Berceo".

1944 Ignacio Braulio Anzoátegui lo invita a colaborar, a su lado, en la recién creada Secretaría Nacional de Cultura, siendo designado Director General de Cultura. Comienzan a circular sus poemas en antologías y volúmenes colectores: LA ROSA EN LA BALANZA, EL VIAJE DE LA PRIMAVERA (1945).

Epitafios australes
1946 El 27 de julio iba a ser testigo del casamiento de Lía Alzáibar y Horacio Angel Fahey, uno de los hijos de José Fahey "José del sur" al que dedica su poema "Envío". No concurre porque su esposa había sido operada poco antes. Pese a la enfermedad María Zoraida trabaja en la docencia hasta pocos meses antes de su fallecimiento.

1947 En plena juventud, el 8 de junio, fallece su esposa dejando dos hijas pequeñas. Su madre y hermanos le ofrecen cuidarlas, dada su corta edad, hasta que él organizara su vida. Leopoldo invita a su hermano menor Alberto a compartir su departamento, situación que permite que las nenas tengan un dormitorio en la casa de su madre Lorenza.

Sufre una fuerte conmoción. Va todos los domingos a almorzar con la familia y saca a pasear a sus hijitas. Sin interés para salidas u otros paseos, se enfrasca aún más en su trabajo, reelabora su postergada novela y la entrega a la editorial Sudamericana.
1948 El 30 de agosto, en honor a Santa Rosa de Lima, ve la luz su novela fundacional ÁDAN BUENOSAYRES, en la que había cifrado grandes esperanzas. Viaja a Europa cumpliendo tareas oficiales junto a Jorge Arizaga, Secretario de Educación. Es invitado a dictar conferencias en Madrid y Roma. El 4 de diciembre, en el aula magna de la Facultad de Filosofía y Letras pronunció la conferencia "Sobre una sentencia de San Isidoro de Sevilla".

El 8 de diciembre, un gran accidente automovilístico, en las cercanías de Torquemada, lo obliga a permanecer internado alrededor de quince días, en el hospital de Palencia, donde es solicitamente atendido por el Dr. Crespo que debe darle varias puntadas en la cabeza.
Tiempo antes de su viaje a Europa le habían presentado, en el ámbito del Ministerio de Educación, a Juana Elvia Rosbaco de Paoloni, profesora en letras, interesada en vincularse con el mundo intelectual. Comienza a aconsejarla y paulatinamente inicia una relación afectiva, bautizándola Elbia, considerando que la "v" endurecía la pronunciación. Posteriormente en algunos de sus poemas recrea este nombre.
1949 Antes de dejar España recibe la condecoración de Alfonso X el Sabio. Al regresar a Buenos Aires, hacia fines de enero, se asombra y decepciona por el gran silencio creado en torno de su amada novela, que había iniciado en 1930. Solo una voz se alza y es la del juvenil Julio Cortazar, en un artículo de la revista Realidad, a pedido de Francisco Ayala.

1950 Decide convivir con Elvia Rosbaco, en el mismo departamento, que fuera su hogar familiar. Su madre y hermanos le sugieren lleve a sus hijas nuevamente consigo, ya que tiene una compañera y las niñas lo extrañan profundamente. Pese a ello, Juana Elvia Rosbaco, con su consentimiento, hace los trámites para enviar a las pequeñas al interior de la provincia de Bs As, pupilas, en un colegio religioso, e instruye a la Madre Superiora que no debe permitir reciban regalos ni correspondencia de sus tíos, primos ni abuela paterna. Esta situación provoca un distanciamiento con su madre y hermanos.

El 17 de octubre, en la Facultad de Derecho, se conoce su adaptación de Electra (Sófocles). Iris Marga es una de las intérpretes.

El 30 de diciembre se estrena en el Cerro de la Gloria, el CANTO DE SAN MARTIN, al que le pone música el brillante compositor Julio Perceval.
Cuando la Dirección General de Cultura se transforma en Secretaría, lo desjerarquizan y queda a cargo de la Dirección de Enseñanza Artística.
1951 José María Fernandez Unsain le solicita ANTÍGONA VELEZ para estrenarla en el Teatro Cervantes que dirige. El papel protagónico le es otorgado a la actriz Fanny Navarro. El único original mecanografiado desaparece. Eva Perón, enterada de lo ocurrido, le pide telefonicamente a Marechal que haga el esfuerzo de volver a recomponer los manuscritos que Marechal guardaba con celo. Seducido por su simpatía, cumple con su requerimiento. La obra se estrena el 25 de Mayo y, pese a las precarias condiciones de ensayos y tiempo, es un éxito.
1952 El Teatro Universitario de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales que dirige Antonio Cunill Cabanellas estrena el 8 de septiembre, su segunda pieza teatral LAS TRES CARAS DE VENUS. Susana Mara, Duilio Marzio y Pepe Soriano, alumnos de esa Facultad, se destacan en sus papeles de Isabel, Lucio y Silvano.
1953 Su única sobrina, Elsa Ardissono, va a visitarlo y a pedirle que vuelva a visitar a su madre, Lorenza Beloqui, a la que se le ha diagnosticado una enfermedad terminal. El 24 de marzo fallece, siendo María de los Ángeles testigo de las últimas palabras de su abuela que fueron para preocuparse por Leopoldo, en ese momento fuera de Buenos Aires.

1954 Hacia fines de años, intensifica su vida de aislamiento.

1955 Con el efectivo del Primer Premio Nacional de Teatro, que obtiene por su obra ANTÍGONA VELEZ, adquiere el departamento de la calle Rivadavia y, a instancias de su pareja, lo pone a nombre de ella. Su familia y amigos de siempre, José Fioravanti, Ignacio Anzoátegui, Ilka Krupkin, Horacio Schiavo, Osvaldo Dondo y otros lo llaman para verlo o visitarlo y les niega el acceso a su casa de la que casi ni sale. Inicia sus trámites jubilatorios, tras la caída del gobierno del Gral. Perón.

1959 En cuadernillos independientes, pagados por nuevos amigos, publica LA POÉTICA. Se autodefine "el poeta depuesto".

1960 Se edita el canto LA PATRIA.

Correciones de Marechal a prueba de imprenta
1962 Aparece LA ALEGROPEYA, otro de los cantos del HEPTAMERON. En París, bajo la Dirección General de Juan Oscar Ponferrada, se estrena ANTÍGONA VÉLEZ. Susana Mara, hermosa mujer y talentosa actriz, se destaca en el rol de Antígona.

Comienza a recibir a jóvenes interesados en su obra poética y en ADAN BUENOSAYRES que se estudia en la Universidad.

1965 Es editada su segunda novela EL BANQUETE DE SEVERO ARCANGELO por la que recibe el Premio FORTI GLORI.

1966 Se conocen: HEPTAMERÓN, ANTÍGONA VÉLEZ, LAS TRES CARAS DE VENUS, CUADERNO DE NAVEGACIÓN, AUTOPSIA DE CRESO, EL POEMA DE ROBOT y una nueva antología de sus poemas que edita Eudeba, bajo el título POEMAS DE MARECHAL

1967 Viaja a Cuba invitado por la Casa de las Américas para formar parte del jurado del certamen anual de literatura. Junto a Julio Cortazar, José Lezama Lima, Juan Marsé y Mario Monteforte Toledo eligen en forma unánime la novela Los hombres de a caballo de David Viñas.

En noviembre se estrena, en el Teatro Presidente Alvear, LA BATALLA DE JOSE LUNA bajo la inteligente dirección de Jorge Petraglia, quien, entre otras obras que le facilitó Marechal, elige la mencionada.

1969 Viaja a Necochea y a Santiago de Chile al encuentro de escritores.

1970 En enero viaja a Punta del Este. El 26 de junio, víctima de un síncope, muere en el mismo departamento de Rivadavia al 2300 donde años antes falleciera su esposa María Zoraida. Está en imprenta su tercera novela MEGAFÓN O LA GUERRA que ve la luz un mes despues. Deja una importante cantidad de obras de teatro inéditas, entre ellas: El arquitecto del honor, El superhombre, Alijerandro, Mayo el seducido, Muerte y epitafio de Belona, Don Alas o la virtud, Un destino para Salomé, La parca, Estudio en Cíclope, Gregoria Funes, Polifemo, El Mesías, Tu vida en la balanza, El líder, La mona de oro, y se sabe que estaba trabajando en una cuarta novela EL EMPRESARIO DEL CAOS.

Hay estudios en el extranjero que señalan que una de estas piezas teatrales inéditas estaría publicada, con posterioridad al fallecimiento de Leopoldo Marechal, bajo otro nombre.

En 1975, gracias al director y profesor de teatro Enrique Ryma, se recupera el texto de la obra de teatro DON JUAN. Su estreno estaba anunciado para la temporada teatral de 1976. La dictadura militar prohibe la puesta en escena.

A mas de 35 años de su muerte, sus hijas María de los Ángeles y Malena, únicas custodias de su obra, ya que al morir Marechal era viudo, siguen intentando recobrar los manuscritos -éditos e inéditos- para publicarlos, digitalizarlos y permitir el acceso a los estudiosos de la obra, ademas de incorporarlos a la Fundación Leopoldo Marechal que han creado en 1991.

Dicho material es parte relevante del patrimonio de la cultura argentina.

María de los Ángeles Marechal
Derechos de publicación reservados
Fuente: www.geocities.com/fundachal

3/26/2013

HARUKI MURAKAMI: COMO EMPECÉ A ESCRIBIR




Yo tenía veinte o veintiún años y estaba muy endeudado, trabajaba muchas horas en un bar con mi esposa y el futuro era incierto. Entonces un día, mientras miraba un partido de beisbol se me ocurrió de la nada ser escritor, sin haber tenido jamás ni la más mínima inclinación en ese sentido. Fue una suerte de apuesta. Con mi vida. Lo que estaba en juego era m
ucho. En retrospectiva, me doy cuenta de qué precaria era mi situación. Pero sobreviví.

Mi esposa, Yoko Takahashi, fue mi primera lectora. La novela producto de mi decisión en el partido de béisbol se llamó Hear the Wind Sing y ganó un premio para nuevos escritores en Japón.

Cuando se vendieron más de tres millones de ejemplares de la novela Tokio blues en Japón, no necesité seguir en el bar. A veces me pregunto por qué ahora soy novelista. Escribo de forma intuitiva, sin un plan. 1Q84 se me ocurrió mientras me encontraba en un embotellamiento de tránsito en Tokio. ¿Y si saliera de la autopista embotellada y bajara por la escalera de emergencia? ¿La vida cambiaría? Ese es el punto de partida.

No me pienso como un artista. Sólo soy un tipo que puede escribir.

Me levanto casi siempre a las cuatro de la mañana, escribo hasta mediodía, paso la tarde entrenándome para maratones y revolviendo negocios de discos viejos, y me voy a dormir con mi esposa a las nueve de la noche.

En la escritura hay un elemento físico. Si uno sigue escribiendo todos los días durante tres años, se fortalece. Por supuesto que también hay que ser fuerte en el plano mental, pero ante todo hay que tener fuerza física. Eso es muy importante.

Necesito fuerza porque tengo que abrir la puerta. Todos los días voy a mi escritorio, me siento y prendo la computadora. En ese momento tengo que abrir la puerta. Es una puerta grande, pesada. Hay que entrar a la Otra Habitación. En términos metafóricos, claro. Y hay que volver a este lado de la habitación. Y hay que cerrar la puerta. Hace falta fuerza física, literalmente, para abrir y cerrar la puerta. Si pierdo esa fuerza, ya no podré escribir una novela. Podré escribir algunos cuentos, pero no una novela.

Viajo a mi inconsciente. Tengo que entrar a ese caos. Pero el acto de ir y volver es una suerte de rutina. Hay que ser práctico. Cada vez que digo que si se quiere escribir una novela hay que ser práctico, la gente se aburre. Se siente decepcionada.

Pero lo importante es hacer con tu vida lo que te gusta. Yo sigo sabiendo qué es lo que me gusta. Si alguien no sabe qué le gusta o si lo sabe pero no lo hace está desperdiciando su vida.


Haruki Murakami
Kioto, Japón, 12 de enero de 1949

1/31/2013

Atahualpa Yupanqui: Nace un 31 de Enero de 1908


N
ació en Pergamino, Provincia de Buenos Aires, República Argentina, el 31 de enero de 1908. Recibió el nombre de Héctor Roberto Chavero, pero adoptó el de Atahualpa Yupanqui, en memoria de los últimos gobernantes incaicos.

Atahualpa Yupanqui

Se mudó de muy pequeño a Agustín Roca, localidad cercana a Junín, y a los diez años, a Tucumán. Retornó a Junín a los diez años, por la muerte de su padre. Allí comenzó a estudiar guitarra con Bautista Almirón, destacándose muy pronto.

A la edad de dieciocho años, recorrió el país mostrando sus dotes artísticas. Desde 1931 hasta 1934, sufrió el exilio en Uruguay. En este último año, volvió a su país natal, residiendo alternativamente en Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, Salta y Jujuy.
Contrajo matrimonio dos veces: con María Martínez y con Paule Pepin Fitzpatrick, quien colaboró con su marido bajo el seudónimo de Pablo del Cerro.
Fue cantante, cantautor, guitarrista y escritor.
Se enroló en el comunismo aunque luego fue expulsado del mismo.
Entre 1946 y 1949, luego de que viera la luz su primer libro, “Piedra sola” (1940), sufrió la cárcel y la censura.

Atahualpa Yupanqui

Sus canciones revelan un claro compromiso con la realidad sociopolítica, y entre ellas, podemos citar: “Viene clareando”, “El arriero”, “Zamba del grillo”, “La añera”, “La pobrecita”, “Milonga del peón de campo”, “Camino del indio”, “Chacarera de las piedras”, “Recuerdos del Portezuelo”, “El alazán”, “Indiecito dormido”, “El aromo”, “Le tengo rabia al silencio”, “Piedra y camino”, “Luna tucumana”, “Los ejes de mi carreta”, Tú que puedes vuélvete”, “Cachilo dormido”, “Las preguntitas” y “Sin caballo y en Montiel”.

Entre los libros aparecidos entre 1940 y 1992 se cuentan: “Piedra sola” (1940), “Aires indios” (1943), Cerro Bayo (1953), “Guitarra” (1960), “El canto del viento” (1965), “El payador perseguido” (1972) y “La Capataza” (1992).
El famoso intérprete, Jorge Cafrune, lo eligió como autor de sus cantos. Trascendió a la gloria como el más renombrado folklorista argentino.
Falleció en Nimes, Francia, el 23 de mayo de 1992.
Poemas de Atahualpa Yupanqui en Poemas del Alma


1/29/2013

Osvaldo Soriano: a 16 años de su fallecimiento...



FELIZ CUMPLE MAESTRO SORIANO♥!!

Osvaldo Soriano nació en Mar del Plata el 6 de enero de 1943 y murió el 29 de enero de 1997 en la ciudad de Buenos Aires.

En 1973 publicó su primera novela Triste, solitario y final, traducida a doce idiomas. 

En 1976, después del golpe de Estado, se trasladó a Bélgica y luego vivió en París hasta 1984, año en que regresó a Buenos Aires.

En 1983 se conoció en No habrá mas penas ni olvido, llevada al cine por Héctor Olivera, que ganó el Oso de Plata en el festival de cine de Berlín. 

En 1983 se publicaron seis ediciones de Cuarteles de invierno, ya considerada la mejor novela extranjera de 1981 en Italia, y llevada dos veces al cine. 

En 1984 apareció Artistas, locos y criminales, y en 1988 Rebeldes, soñadores y fugitivos, colecciones de textos e historias de vidas. 

Ese mismo año se publicó A sus plantas rendido un león, la novela de más éxito editorial de los últimos años.

Entre 1989 y 1990 escribió Una sombra ya pronto serás, llevada al cine en 1994, una vez más, por Héctor Olivera. 

En 1993 publica Cuentos de los años felices, historias cortas, la mayoría de las cuales aparecieron en el diario Página|12, del cual Soriano era asiduo colaborador. 

Las novelas Triste, solitario y final, No habrá más penas ni olvido, Cuarteles de invierno y A sus plantas rendido un león han sido publicadas en veinte países y traducidas a los idiomas inglés, francés, italiano, alemán, portugués, sueco, noruego, holandés, griego, polaco, húngaro, checo, hebreo, danés y ruso. 

Murió en Buenos Aires el 29 de enero de 1997.

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José María Gatica: Un odio que no conviene olvidar
Por Osvaldo Soriano

A Julio Cortázar

[Poco después del "rodrigazo", que nos dejó a todos en la miseria, Roberto Cossa me hizo entrar en El Cronista Comercial, donde volví a ser redactor de deportes. Esta semblanza de José María Gatica se publicó a fines de 1975.]

"No me dejés solo, hermano". Tirado en el pavimento, el cuerpo sacudido por los espasmos, Gatica se aferraba al pedazo de vida que se le iba. Lo rodeaba una multitud de extraños que lo habían visto caer bajo las ruedas de un colectivo, a la salida de la cancha de Independiente. Pocos ojos entre los que miraban esa piltafa cercana a la muerte habrán reconocido el cuerpo de José María Gatica, uno de los mayores ídolos que tuvo el boxeo argentino. 

Tenía 38 años y parecía un viejo. Hasta ese día en que la borrachera no le dejó hacer pie en el estribo del ómnibus, había sobrevivido en una villa miseria como tantos otros; algún rasgo lo distinguía: la nariz aplastada, la sonrisa provocadora, un cierto desdén por el futuro. Era uno de esos hombres obligados a soñar con el pasado, porque el suyo estaba teñido de sangre y ovaciones. 

El 7 de diciembre de 1945 subió por primera vez a un ring como semifondista profesional. Esa noche, su triunfo por nocaut en la primera vuelta frente a Leopoldo Mayorano no puso al público de pie, ni lo irritó. Comenzaba su carrera un hombre de rabia larga, de ambición fresca. 

Había sufrido la violencia desde su nacimiento, en Villa Mercedes, San Luis, el 25 de Mayo de 1925. A los siete años llegó a Buenos Aires en un tren de carga, con su madre y un hermano mayor. 

A los diez había ganado un lugar en Plaza Constitución, donde lustró miles de zapatos. De rodillas, miraba desde abajo la cara de la gente, pero hasta ese privilegio tuvo que defender a golpes frente a competidores tan desesperados como él. Un peluquero que vivía por allí lo vio pelear varias veces y quedó impresionado por su agresividad. Era Lázaro Koczi, un hombre relacionado con el boxeo profesional. Pronto le propuso cambiar de oficio. 

The Sailor's Home era la casa de la misión inglesa para marineros. Estaba en Paseo Colón y San Juan, un barrio con tradición de compadritos. Allí paraban los hombres que habían perdido sus barcos en los extravíos de una borrachera, los desertores, los enfermos, los malandras sin cuchillo. Todo se resolvía a puñetazos. Un hombre de agallas podía ganarse allí veinte pesos si era capaz de vencer en tres rounds al marinero más fuerte. 

Lázaro Koczi apareció una noche con Gatica, le mostró el ring y le habló de los veinte pesos. El lustrabotas subió. Se sabe que ganó varias peleas, que agachó a corpulentos marineros y luego dejó su parada de Constitución. Había ganado el derecho a más. 

El 7 de diciembre de 1945 -ese año singular en la historia argentina- debutó en el Luna Park. Sus ojos verdes habrán visto la multitud con el brillo del desafío. Bastó un golpe para que Mayorano, su rival, fuera a la lona. En poco tiempo ganaba dos peleas más y los empresarios pusieron sus ojos en él. Al año siguiente ganó las siete peleas que hizo, una de ellas con Alfredo Prada, quien sería su más rival encarnizado.

Por entonces el público se había dividido: el ring-side abucheada a Gatica, quería verlo en el piso; la popular rugía alentando a ese morocho que miraba con odio a sus rivales y cuando los tenía a sus pies levantaba los brazos tan abiertos como para abrazar al mundo. Los apodos de la tribuna eran diversos, según de dónde provenían: Tigre, para la popular, Mono para el ring-side. A los periodistas le gustaba más Mono y así lo recuerdan aún. 

Mientras duró su grandeza tuvo un rival irreconciliable sobre el ring: Alfredo Prada. Ya se habían enfrentado antes, cuando no suponían que la vida los iba a unir en el triunfo y el fracaso. Combatieron seis veces y ganó tres cada uno. La última pelea, en 1953, significó la derrota de Gatica y el comienzo de su patética decadencia. Los enfrentamientos entre Gatica y Prada dividieron al público como nunca; se estaba con Gatica o contra él. Prada era campeón argentino, una satisfacción que el Mono nunca alcanzó. Cuando el pleito terminó, las carreras de ambos llegaraban al ocaso. Prada dejó el boxeo con algún dinero en el banco. Afrontó la vida como un ciudadano recompensado. El Mono volvió a su origen, como si toda su pelea con la vida hubiera sido una parábola restallante, una explosión de luces que lo iluminaron hasta, de pronto, dejarlo nuevamente en la oscuridad.

Volvió a una villa miseria. Vivió de la caridad junto a su segunda mujer y dos hijas. Fue una fiesta para los periodistas encontrarlo sentado a la puerta de su casilla de latas, tomando mate, sucio y harapiento. 

Entonces Prada tuvo un gesto que los diarios elogiaron: abrió un restaurante en calle Paraná y llevó al Mono con él. Le pagó quince mil pesos por mes y lo puso en la puerta del negocio para exhibirlo. El gesto compasivo de Prada era otra humillación que Gatica soportó porque no podía sino aceptar su derrota. 

Había vivido como un esclavo y pocos le perdonaron su grotesca revancha: como un Robin Hood de barrio, iba con los suyos -los lustradores- y les destrozaba los cajones a patadas a cambio de billetes de mil. Pagaba con una fragata los diarios que quitaba a las viejas que rodeaban el Luna Park. Unos pocos lo miraban con respeto, otros ser reían de él. 

Desde que Alfredo Prada lo venció en 1953, en la última pelea, no dejó de caer. Siguió tres años más, pero estaba acabado como boxeador. Como hombre le faltaba recorrer la pendiente más dura: el desprecio, el odio, el revanchismo de las buenas conciencias. 

Era, para ellas, un analfabeto despreciable, un "lumpen". Perdió todo lo que tenía pero jamás se lamentó. Fue noticia para los diarios el día que una inundación se llevó lo poco que le quedaba. Entonces, fue fotografiado en camiseta, lleno de mugre y mereció crónicas colmadas de aleccionadora compasión. Curiosamente, el Mono sonreía.

 
El presidente Perón saluda a Gatica. Gatica diría su célebre frase: "Dos potencias se saludan"

Adhirió fervorosamente al peronismo y, curiosamente, su esplendor y caída desplegó la misma parábola en el almanaque: levantó su brazos en 1945 y lo bajó, vencidos, en 1956. Había sido el preferido de Perón mientras brillaba. Aficionado al boxeo, el Presidente apoyó el viaje de Gatica a Estados Unidos para buscar una pelea con el campeón de los livianos. En cuatro rounds venció a Terence Young y esta victoria le abrió las puertas a la pelea con Ike Williams, dueño de la corona mundial, en 1951. Medio país estuvo pendiente de la suerte del Mono que iba a batirse en el Madison Square Garden de Nueva York. Subió a la lona sobrador, fanfarrón. Cuando empezó el combate bajó las manos y puso la cara, como lo haría luego Nicolino Locche. Pero Gatica no sabía de esas sutilezas. Bastaron tres golpes de Williams y a los tres minutos de pelea el Mono se derrumbó. Desde entonces perdió los favores oficiales y dejó de ser el hombre que se fotografiaba junto a Perón. Entre 1952 y 1953 ganó trece combates luego de ser vencido por Luis Federico Thompson, pero la última derrota ante Prada lo puso en la pendiente definitiva; caualmente, esa derrota sucedió un 16 de setiembre, dos años antes del día que estalló el pronunciamiento militar contra el peronismo.

No sólo Prada usó al Mono para exaltar la beneficencia. Martín Karadagián, un empresario del espectáculo que había montado una troupe de luchadores, lo llevó a parodiar una final. También allí tenía que perder. En "sensacional encuentro" Karadagián, dueño del poder, benefactor de hospitales, lo sometió por unos pocos pesos. 

La última derrota ocurrió el 10 de noviembre de 1963, bajo las ruedas de aquel colectivo. Había terminado su vida en una parábola perfecta de humillación; "una bala perdida", como solía decir él. 

No tuvo amigos. Apenas dos o tres compañeros de aventuras en los momentos en que regalaba su pequeña fortuna. Contestaba con monosílabos, recuerdan algunos, para escapar de los adulones y los ambiciosos; otros dicen que no hablaba para ocultar su escasa educación. Tirado en la calle Herrera, de Avellaneda, manchado de sangre, con los ojos abiertos puestos en otro vendedor de muñecos, repitió: "No me dejés solo, hermano; levantáme, no quiero estar tirado". 

Cuando murió, La Prensa dijo: "La popularidad que adquirió Gatica por sus éxitos y por su característico estilo de infatigable peleador, fue utilizada por el régimen de la dicatdura, que lo adoptó como en el caso de otros campeones deportivos como instrumento de propaganda. Y esta publicidad extradeportiva y el aplauso obsecuente de personajes encumbrados no fueron ajenos por cierto a que él cayera en actos de inconducta dentro y fuera del ring". Fué un recuerdo político, cargado de desprecio. Al comentarista, como a tantos otros hombres de traje gris, le hubiera gustado ver a Gatica domado. Pero no; aún muerto sería molesto: nunca llegó tanta gente a la Federación Argentina de Box como para su velatorio. Hombres y mujeres hicieron una colecta y compraron una corona que decía: "El pueblo a su ídolo". El féretro tardó siete horas en llegar al cementerio de Avellaneda. Cuando la última palada de tierra cubrió el modesto cajón, los cronistas anotaron esta frase de Jesús Gatica: "La única miseria qe vivió mi hermano fue consecuencia de su desesperado afán de querer vivir la vida". 

Se cumplen tres décadas de la que fue, quizá, su primera alegría, cuando tenía veinte años. Gatica es, todavía, un símbolo contradictorio, arbitrario; la vida le fue quitada poco a poco, con un odio que conviene no olvidar.

1974
Osvaldo Soriano nació en Mar del Plata el 6 de enero de 1943 y murió el 29 de enero de 1997 en la ciudad de Buenos Aires.

En 1973 publicó su primera novela Triste, solitario y final, traducida a doce idiomas.

En 1976, después del golpe de Estado, se trasladó a Bélgica y luego vivió en París hasta 1984, año en que regresó a Buenos Aires.

En 1983 se conoció en No habrá mas penas ni olvido, llevada al cine por Héctor Olivera, que ganó el Oso de Plata en el festival de cine de Berlín.

En 1983 se publicaron seis ediciones de Cuarteles de invierno, ya considerada la mejor novela extranjera de 1981 en Italia, y llevada dos veces al cine.

En 1984 apareció Artistas, locos y criminales, y en 1988 Rebeldes, soñadores y fugitivos, colecciones de textos e historias de vidas.

Ese mismo año se publicó A sus plantas rendido un león, la novela de más éxito editorial de los últimos años.

Entre 1989 y 1990 escribió Una sombra ya pronto serás, llevada al cine en 1994, una vez más, por Héctor Olivera.

En 1993 publica Cuentos de los años felices, historias cortas, la mayoría de las cuales aparecieron en el diario Página|12, del cual Soriano era asiduo colaborador.

Las novelas Triste, solitario y final, No habrá más penas ni olvido, Cuarteles de invierno y A sus plantas rendido un león han sido publicadas en veinte países y traducidas a los idiomas inglés, francés, italiano, alemán, portugués, sueco, noruego, holandés, griego, polaco, húngaro, checo, hebreo, danés y ruso.

Murió en Buenos Aires el 29 de enero de 1997.

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José María Gatica: Un odio que no conviene olvidar
Por Osvaldo Soriano

A Julio Cortázar

[Poco después del "rodrigazo", que nos dejó a todos en la miseria, Roberto Cossa me hizo entrar en El Cronista Comercial, donde volví a ser redactor de deportes. Esta semblanza de José María Gatica se publicó a fines de 1975.]

"No me dejés solo, hermano". Tirado en el pavimento, el cuerpo sacudido por los espasmos, Gatica se aferraba al pedazo de vida que se le iba. Lo rodeaba una multitud de extraños que lo habían visto caer bajo las ruedas de un colectivo, a la salida de la cancha de Independiente. Pocos ojos entre los que miraban esa piltafa cercana a la muerte habrán reconocido el cuerpo de José María Gatica, uno de los mayores ídolos que tuvo el boxeo argentino.

Tenía 38 años y parecía un viejo. Hasta ese día en que la borrachera no le dejó hacer pie en el estribo del ómnibus, había sobrevivido en una villa miseria como tantos otros; algún rasgo lo distinguía: la nariz aplastada, la sonrisa provocadora, un cierto desdén por el futuro. Era uno de esos hombres obligados a soñar con el pasado, porque el suyo estaba teñido de sangre y ovaciones.

El 7 de diciembre de 1945 subió por primera vez a un ring como semifondista profesional. Esa noche, su triunfo por nocaut en la primera vuelta frente a Leopoldo Mayorano no puso al público de pie, ni lo irritó. Comenzaba su carrera un hombre de rabia larga, de ambición fresca.

Había sufrido la violencia desde su nacimiento, en Villa Mercedes, San Luis, el 25 de Mayo de 1925. A los siete años llegó a Buenos Aires en un tren de carga, con su madre y un hermano mayor.

A los diez había ganado un lugar en Plaza Constitución, donde lustró miles de zapatos. De rodillas, miraba desde abajo la cara de la gente, pero hasta ese privilegio tuvo que defender a golpes frente a competidores tan desesperados como él. Un peluquero que vivía por allí lo vio pelear varias veces y quedó impresionado por su agresividad. Era Lázaro Koczi, un hombre relacionado con el boxeo profesional. Pronto le propuso cambiar de oficio.

The Sailor's Home era la casa de la misión inglesa para marineros. Estaba en Paseo Colón y San Juan, un barrio con tradición de compadritos. Allí paraban los hombres que habían perdido sus barcos en los extravíos de una borrachera, los desertores, los enfermos, los malandras sin cuchillo. Todo se resolvía a puñetazos. Un hombre de agallas podía ganarse allí veinte pesos si era capaz de vencer en tres rounds al marinero más fuerte.

Lázaro Koczi apareció una noche con Gatica, le mostró el ring y le habló de los veinte pesos. El lustrabotas subió. Se sabe que ganó varias peleas, que agachó a corpulentos marineros y luego dejó su parada de Constitución. Había ganado el derecho a más.

El 7 de diciembre de 1945 -ese año singular en la historia argentina- debutó en el Luna Park. Sus ojos verdes habrán visto la multitud con el brillo del desafío. Bastó un golpe para que Mayorano, su rival, fuera a la lona. En poco tiempo ganaba dos peleas más y los empresarios pusieron sus ojos en él. Al año siguiente ganó las siete peleas que hizo, una de ellas con Alfredo Prada, quien sería su más rival encarnizado.

Por entonces el público se había dividido: el ring-side abucheada a Gatica, quería verlo en el piso; la popular rugía alentando a ese morocho que miraba con odio a sus rivales y cuando los tenía a sus pies levantaba los brazos tan abiertos como para abrazar al mundo. Los apodos de la tribuna eran diversos, según de dónde provenían: Tigre, para la popular, Mono para el ring-side. A los periodistas le gustaba más Mono y así lo recuerdan aún.

Mientras duró su grandeza tuvo un rival irreconciliable sobre el ring: Alfredo Prada. Ya se habían enfrentado antes, cuando no suponían que la vida los iba a unir en el triunfo y el fracaso. Combatieron seis veces y ganó tres cada uno. La última pelea, en 1953, significó la derrota de Gatica y el comienzo de su patética decadencia. Los enfrentamientos entre Gatica y Prada dividieron al público como nunca; se estaba con Gatica o contra él. Prada era campeón argentino, una satisfacción que el Mono nunca alcanzó. Cuando el pleito terminó, las carreras de ambos llegaraban al ocaso. Prada dejó el boxeo con algún dinero en el banco. Afrontó la vida como un ciudadano recompensado. El Mono volvió a su origen, como si toda su pelea con la vida hubiera sido una parábola restallante, una explosión de luces que lo iluminaron hasta, de pronto, dejarlo nuevamente en la oscuridad.

Volvió a una villa miseria. Vivió de la caridad junto a su segunda mujer y dos hijas. Fue una fiesta para los periodistas encontrarlo sentado a la puerta de su casilla de latas, tomando mate, sucio y harapiento.

Entonces Prada tuvo un gesto que los diarios elogiaron: abrió un restaurante en calle Paraná y llevó al Mono con él. Le pagó quince mil pesos por mes y lo puso en la puerta del negocio para exhibirlo. El gesto compasivo de Prada era otra humillación que Gatica soportó porque no podía sino aceptar su derrota.

Había vivido como un esclavo y pocos le perdonaron su grotesca revancha: como un Robin Hood de barrio, iba con los suyos -los lustradores- y les destrozaba los cajones a patadas a cambio de billetes de mil. Pagaba con una fragata los diarios que quitaba a las viejas que rodeaban el Luna Park. Unos pocos lo miraban con respeto, otros ser reían de él.

Desde que Alfredo Prada lo venció en 1953, en la última pelea, no dejó de caer. Siguió tres años más, pero estaba acabado como boxeador. Como hombre le faltaba recorrer la pendiente más dura: el desprecio, el odio, el revanchismo de las buenas conciencias.

Era, para ellas, un analfabeto despreciable, un "lumpen". Perdió todo lo que tenía pero jamás se lamentó. Fue noticia para los diarios el día que una inundación se llevó lo poco que le quedaba. Entonces, fue fotografiado en camiseta, lleno de mugre y mereció crónicas colmadas de aleccionadora compasión. Curiosamente, el Mono sonreía.


El presidente Perón saluda a Gatica. Gatica diría su célebre frase: "Dos potencias se saludan"

Adhirió fervorosamente al peronismo y, curiosamente, su esplendor y caída desplegó la misma parábola en el almanaque: levantó su brazos en 1945 y lo bajó, vencidos, en 1956. Había sido el preferido de Perón mientras brillaba. Aficionado al boxeo, el Presidente apoyó el viaje de Gatica a Estados Unidos para buscar una pelea con el campeón de los livianos. En cuatro rounds venció a Terence Young y esta victoria le abrió las puertas a la pelea con Ike Williams, dueño de la corona mundial, en 1951. Medio país estuvo pendiente de la suerte del Mono que iba a batirse en el Madison Square Garden de Nueva York. Subió a la lona sobrador, fanfarrón. Cuando empezó el combate bajó las manos y puso la cara, como lo haría luego Nicolino Locche. Pero Gatica no sabía de esas sutilezas. Bastaron tres golpes de Williams y a los tres minutos de pelea el Mono se derrumbó. Desde entonces perdió los favores oficiales y dejó de ser el hombre que se fotografiaba junto a Perón. Entre 1952 y 1953 ganó trece combates luego de ser vencido por Luis Federico Thompson, pero la última derrota ante Prada lo puso en la pendiente definitiva; caualmente, esa derrota sucedió un 16 de setiembre, dos años antes del día que estalló el pronunciamiento militar contra el peronismo.

No sólo Prada usó al Mono para exaltar la beneficencia. Martín Karadagián, un empresario del espectáculo que había montado una troupe de luchadores, lo llevó a parodiar una final. También allí tenía que perder. En "sensacional encuentro" Karadagián, dueño del poder, benefactor de hospitales, lo sometió por unos pocos pesos.

La última derrota ocurrió el 10 de noviembre de 1963, bajo las ruedas de aquel colectivo. Había terminado su vida en una parábola perfecta de humillación; "una bala perdida", como solía decir él.

No tuvo amigos. Apenas dos o tres compañeros de aventuras en los momentos en que regalaba su pequeña fortuna. Contestaba con monosílabos, recuerdan algunos, para escapar de los adulones y los ambiciosos; otros dicen que no hablaba para ocultar su escasa educación. Tirado en la calle Herrera, de Avellaneda, manchado de sangre, con los ojos abiertos puestos en otro vendedor de muñecos, repitió: "No me dejés solo, hermano; levantáme, no quiero estar tirado".

Cuando murió, La Prensa dijo: "La popularidad que adquirió Gatica por sus éxitos y por su característico estilo de infatigable peleador, fue utilizada por el régimen de la dicatdura, que lo adoptó como en el caso de otros campeones deportivos como instrumento de propaganda. Y esta publicidad extradeportiva y el aplauso obsecuente de personajes encumbrados no fueron ajenos por cierto a que él cayera en actos de inconducta dentro y fuera del ring". Fué un recuerdo político, cargado de desprecio. Al comentarista, como a tantos otros hombres de traje gris, le hubiera gustado ver a Gatica domado. Pero no; aún muerto sería molesto: nunca llegó tanta gente a la Federación Argentina de Box como para su velatorio. Hombres y mujeres hicieron una colecta y compraron una corona que decía: "El pueblo a su ídolo". El féretro tardó siete horas en llegar al cementerio de Avellaneda. Cuando la última palada de tierra cubrió el modesto cajón, los cronistas anotaron esta frase de Jesús Gatica: "La única miseria qe vivió mi hermano fue consecuencia de su desesperado afán de querer vivir la vida".

Se cumplen tres décadas de la que fue, quizá, su primera alegría, cuando tenía veinte años. Gatica es, todavía, un símbolo contradictorio, arbitrario; la vida le fue quitada poco a poco, con un odio que conviene no olvidar.

1974

El poder de las redes

El Poder De Las Redes

From: marioenrique, 1 hour ago