La filosofía del amor, base del catolicismo popular americano, y responsable de la mestización, hizo posible el desarrollo de una cultura que reposa sobre la fe y la solidaridad.
Ante todo agradezco la invitación del Director de Cultura y amigo Roberto Surra, y lo felicito por incluir temas políticos e históricos en sus planes culturales. Pues la historia nos enseña que en su raíz, los movimientos políticos son expresiones de la cultura de un pueblo, a veces de sectores de un pueblo en un momento determinado, y como tales deben ser rescatados por la memoria colectiva e incorporados a una tradición común. Ése es el esfuerzo que deberíamos hacer, superando el “sectarismo”, para construir una nación y revitalizar la cultura.El tema propuesto, “Eva Perón en la literatura”, podría dar lugar a muchos y distintos enfoques. Por mi parte, contando con mi especialidad que es el estudio de las letras, podría tomar la pluralidad de textos literarios, de autores argentinos y de otros países latinoamericanos, que han novelado la figura de Eva. Duarte de Perón, no sólo aquellos que lo hacen en forma ostensible, sino otros, que se refieren a ella en forma encubierta o indirecta ( por ejemplo El Recurso del Método, o El Otoño del Patriarca novelas del ciclo conocido como “Boom latinoamericano”, elaboran la imagen del conductor popular, e incluyen referencias a la figura de Eva Perón). Pero elegí una breve reflexión sobre Eva Duarte como sujeto histórico, situándola en relación con la tradición cultural y filosófica a la cual pertenece, y que ella misma recogió en sus textos, Historia del peronismo, La razón de mi vida, y Mi mensaje.
1.- En primer término, intentaré una semblanza de Eva Perón, tal como la he percibido en su tiempo histórico, que alcancé a compartir, y tal como después de su muerte la he visualizado al considerar sus escritos.
Eva Duarte, llamada por Leopoldo Marechal "la hermosa muchacha", deja en el recuerdo ante todo la imagen de su belleza, pues lo bello no es una cuestión de medidas sino de armonía física y espiritual. Todo en ella fue armónico, su porte, sus gestos, su mirada, y también su conducta, y esto la hace poco imitable por las actrices hombrunas o vulgares que a veces la han representado, haciéndonos presente la distinción entre lo popular y lo vulgar.
Otro dato de esa muchacha sencilla es que fue llamada temporáneamente por la vocación del arte, así sea en sus formas más populares y elementales. Le gustaba desde niña declamar, y esto habla de su valoración inicial de la palabra, y también actuar. No sabía que la vida le deparaba un gran papel, fuera de los escenarios. Desde una perspectiva clásica, podría decirse que su esencia era musical, y que esa receptividad la preparó para responder a un llamado histórico.
Tuvo en suma la disposición intuitiva y la natural inteligencia de los seres armónicos, por eso hablo primero de su gracia, que es una cualidad interior antes de manifestarse en el rostro y en el gesto. Como muchacha de una familia modesta, criada en un pueblo de provincia, iba teniendo el moldeado de su propia cultura, provinciana y popular. No es forzado entonces que cuando llega la hora de volcar por escrito un modo de filosofía, una cierta concepción de lo humano y de la historia, lo haga desde la cultura popular americana, fecundada por el humanismo cristiano. Surge de sus escritos esa filosofía de los pueblos que alguna vez hemos llamado filosofía del corazón.
2 .- Me dedicaré ahora, brevemente, a una caracterización de esa filosofía popular que Eva representa en altísimo grado. La filosofía del amor, base del catolicismo popular americano, y responsable de la mestización que se dio en esta región del mundo cuando en otras ha sido Obstaculizada o rechazada, hizo posible el desarrollo de una cultura que reposa sobre la fe y la solidaridad. La cultura popular es religiosa, milagrera, amalgamante de estilos; reposa sobre un núcleo ético-simbólico que le da su sustentación y en consecuencia da cabida a mitos, ritos y procesiones, otorgando un valor prioritario a la familia, el barrio y el conjunto de la comunidad. Tengamos en cuenta, igualmente, que las clases medias de nuestros países fecundados por ese humanismo católico, fueron adquiriendo un perfil laicista e iundividualista, pero no se hallan del todo apartadas del sustrato religioso, que sigue actuando de algún modo como nexo común de distintas clases sociales.
La filosofía del amor, que tiene distintos grados de elaboración, desde los más simples y elementales hasta obras de extraordinaria sutileza teológica y filosófica, expande en círculos concéntricos una teoría de formación de la persona, la pareja, la familia y la comunidad. en relación con un origen sagrado, con un sentido afirmativo del vivir que desde luego no cierra el libre pensamiento, la valoración de lo humano, sino que marca un equilibrio, acaso único en el mundo, entre razón y fe.
(Suelo proponer la expresión teándrico, tomada de la tradición ortodoxa cristiana, para designar un humanismo que se postula como intermedio entre lo puramente teocéntrico y lo antropocéntrico).
3.- Sobre esa base cultural implícita y su propia predisposición espontánea, surge en Eva Duarte su contacto con la política, por la mediación de Juan Domingo Perón. Es éste el tercer punto que quiero tocar, porque si su filosofía natural de vida, que es la del pueblo a que pertenece, no hubiese hallado nuevas escalas de comprensión a través de un maestro, creo que no se hubiese producido su propio esclarecimiento con relación a la historia y a su propia misión a cumplir. Es el coronel Perón, personaje totalmente excepcional en la historia argentina y en su siglo, quien produce el despertar de Eva Duarte a una conciencia de sí, y a un compromiso de la voluntad.
Apuntaré aquí que es preciso distinguir entre un nivel natural y espontáneo de la cultura, que puede ser viva, medianamente asumida, o a veces declinante por la opacidad del medio en que se actúa, y el nivel de una conciencia histórica de la cultura, que permite asumirla, valorizarla y ahondarla en una acción que compromete todas las facultades. (En términos de la fenomenología, que puede parecer remota de los personajes populares, hablaríamos del paso del ser espontáneo habitual a su nivel trascendental y por lo tanto de la realización personal plena. Ese cambio, entendido como transfiguración, ha sido visualizado por el novelista Abel Posse en La Pasión según Eva, que es a mi juicio la mejor de las obras que han novelado la figura de Eva Perón.
Evita alcanza esa culminación y realización al contacto con su maestro, al que amó y respetó hasta su último momento. Nada hace a esta relación básica el anecdotario mínimo que encuentran o inventan los escépticos, ajenos a la profunda relación de la historia y el mito.
4.- El pensamiento de Eva Perón es pues esa filosofía popular del amor que tiene su raíz en el Evangelio, aunque filosóficamente reconozca raíces aisladas en culturas anteriores. Filósofos de la Antigúedad griega, autores bíblicos, recogieron aspectos de su propia cultura antes de que esa filosofía del amor fuera expuesta por Platón, acrecentada por Plotino y Dionisio, reconocida por la Patrística cristiana y llevada a grados extraordinarios de sutileza teológica y filosófica por muchos autores.
La tradición llamada occidental elaboró este legado, pese a que la Unión Europea lo ha omitido en años recientes en su Constitución. Lo que en Europa es un legado muerto, como ya lo vio la propia Eva, está vivo en el pueblo hispano-luso- americano, que conforma la mayor Cristiandad actual de la tierra. Juan Pablo II proclamaba a esa filosofía del pueblo como un programa de salvación para la humanidad.
Recordemos pues que el peronismo, en su origen, fue una avanzada de esa filosofía, y un comienzo de su aplicación a la vida política. Me permito afirmar la íntima compenetración doctrinaria de Perón y Eva Perón con la doctrina evangélica, pese a los enfrentamientos concretos que tuvo con la Iglesia. Veo esa relación, negada de plano por autores como Roberto Bosca, fundada en la cultura popular, y en el concepto de ecclesía como pueblo en acto.
5.- - Perón y Evita, constituyeron una pareja que se inicia pues en la doble relación del amor y de la vinculación de maestro y discípula. No tuvieron descendencia pero consideraron a todo el pueblo como familia. Perón lo ratificó dándole a Evita el rango de Madre Espiritual de la Nación, rango por otra parte insólito e inusual para las categorías sociales existentes hasta entonces. Hay que reconocer que todo en el peronismo roza la sublimidad o el grotesco, rompe con la continuidad de los modos habituales de la sociedad.
Expresiones evangélicas como amor, solidaridad, justicia, equidad, reparación, protección de los débiles, etc. abundan en los textos doctrinarios del peronismo y sustentan su accionar. Quiero señalar una diferencia del peronismo con los movimientos liberales, entre los cuales incluyo al radicalismo, a pesar de su origen popular. A la doctrina de los “derechos humanos”, que son libertades individuales como la libertad de expresión, de opinión, etc – y que por mi parte respeto totalmente -- agregó sustancialmente una doctrina del bien común y la pertenencia a la nación, que lindó en su aplicación con algunos excesos . Cabe reconocer sin embargo que tales excesos no están en la doctrina de Perón, y éste se encargó de puntualizarlo a su regreso a la Patria.
El peronismo declaró (e incorporó a la Constitución, en la reforma del 49) los Derechos del Niño, el Anciano, la Mujer (mayoría hasta entonces silenciosa) el Trabajador, el Peón, el Inválido.. Son diferentes concepciones, modernamente se tiende a unificarlas bajo un común denominador social-demócrata.
6.- Por otra parte el peronismo tuvo un estilo estético, que es el del humanismo moderno de los años 40; tanto la estética cuarentista como el peronismo surgen de una misma atmósfera humanista, que se perfila como reacción ante el mercantilismo capitalista y también ante la crisis bélica, con la innegable apropiación de algunos rasgos monumentales de los colectivismos europeos, sometidos a la criba del humanismo cristiano. Esto hace que al peronismo lo acompañe la arquitectura neoclásica, y que se imponga en la moda un nuevo look femenino: la moda de Evita, que potencia la imagen de una mujer no feminista ni transgresora sino fuerte y moderna dentro de cánones clásicos.
7.- .- El pensamiento humanista de Evita fue expuesto en apuntes que dieron lugar a tres libros: Historia del peronismo, La razón de mi vida y Mi mensaje, que dio a conocer Fermín Chávez, y ahora veo reeditados por esta comuna laboriosa, que da tanto valor a la cultura.
Esos textos, cuya autoría fue discutida por los biógrafos de la sospecha, deben haber sido ordenados y tal vez corregidos por amigos que actuaron como asistentes de Evita, acaso Muñoz Azpiri, entre ellos. Lo que no puede negarse es la marca del lenguaje y el pensamiento de Eva, expuesto en sus conversaciones y discursos .Podría hacerse un estudio comparativo minucioso, y reafirmaría la simple lectura que muestra en todos esos textos la impronta de su sencillez y compromiso, a la par de una lúcida afirmación de los valores de vida cristianos. Para quien la haya escuchado se hace evidente que estas verdades no necesitan en ella ser leídas o aprendidas, sino que están encarnadas en su naturaleza, y se han esclarecido con la permanente cátedra de Perón, su maestro.
8.- Por otra parte quiero destacar en Eva Duarte su condición de mujer, que la dispone privilegiadamente para encarnar en forma directa la filosofía popular, por esa disposición intuitiva y afectiva de la mujer, hoy bastardeada, masculinizada o convertida en objeto, pero virtualmente defensora de los valores éticos hasta el punto de que los políticos, corrompidos y vaciados de compromiso, recurren a ella muchas veces para hacer creíbles sus planes.
Evita tuvo en claro el valor del pueblo y el valor de la mujer, y en esto llevó adelante dos ejes doctrinarios del peronismo.
- Cuando en 1951 le dedica su obra Antígona Vélez, Leopoldo Marechal penetra en la genuina índole femenina de Evita con esa clarividencia propia del artista, captando su estampa sacrificial y su demasía en la aplicación de la doctrina del amor, más allá aún de lo permitido por la racionalidad y sus posibilidades personales. Eva queda configurada como Antígona, la heroína que ofrenda su propia vida en el fuego del amor y la donación de sí. .
Que Antígona sea también María, lo intuye el poeta, como también lo hizo María Zambrano, relacionando la esencia arquetípica de las figuras, pero eso no tiene importancia para el caso; Esa relación de Eva con la Virgen la hizo el pueblo, que la ha santificado, y la recogen los novelistas, por ejemplo García Márquez, que ha novelizado al peronismo en varias de sus obras. El modelo cultural de Eva, como el de la mayoría de las mujeres del pueblo, es indudablemente María, la Virgen-Madre, para la cual existe un valor más alto que la justicia, y es la misericordia.
Comprender esa vinculación simbólica es acceder a lo más hondo y sustancial de un movimiento político que ha tenido en su origen un basamento religioso y ha sido una puesta en marcha de las reservas espirituales del pueblo.
9.- Queda conformada mi personal visión de Eva, como expresión de la gracia y la belleza, representante del ethos popular, ejemplo de la intuición femenina, y sobre todo como la gran discípula de Juan Domingo Perón, que alcanzó un sentido misional de la vida y ofreció sus jóvenes días en una entrega sin par que labra su propia transfiguración.
En la década del 90 se produjo lo que Abel Posse llamó el "estruendoso retorno de Eva", su nuevo desembarco como figura-símbolo de la utopía. No sé si ese retorno de la imagen comportaría el de su pensamiento, pero al menos virtualmente, la mitificación artística de Evita confirmó su carácter de reserva simbólica y actuante. Reconocida en el nivel popular, recreada por los artistas, y difundida por la moda, Eva Perón sigue viva en el imaginario social y político de la Argentina y se extiende al mundo.
Panel sobre “Eva Perón en la literatura” en la Municipalidad de Tres de Febrero, sábado 12 de julio de 2008.
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