El conflicto en el Cáucaso: Otra falla mayor en el sistema
internacional
Juan francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)
El hecho de que el conflicto entre Georgia y Rusia continúe
negociándose unilateralmente, o en función de la supremacía de
potencias por la zona transcaucásica, demuestra la crisis sostenida
del sistema internacional. El conflicto demuestra que la polarización
por la supremacía global probablemente acabó, sin embargo la necesidad
de expandirse, es un sine qua non, al menos en la generación de poder
del estado.
Amparado bajo la carta fundamental de Naciones Unidas, el organismo no
sólo entró a tallar a destiempo con el usual instrumento del Consejo
de Seguridad, sino que desde que se desbandó la ex URSS, no ha podido
prevenir que las disputas provoquen crisis internacionales como la
iniciada con la intervención militar rusa.
El conflicto lleva 18 años, aunque sus raíces provienen desde la misma
conformación de los estados europeos. No obstante, Georgia no hubiera
actuado con la beligerancia observada, sin el respaldo de EEUU y la
Comunidad Europea. El problema mayor decanta a partir del 20 de
septiembre de 1990 cuando el Parlamento local declara soberanía y la
creación de la República de Osetia del Sur. En diciembre del mismo
año, el Parlamento de Georgia rechaza esta autonomía y poco después
Osetia es invadida por el ejército Georgiano.
El conflicto ruso georgiano gravita más allá de una intervención
militar rusa provocada por un grupo separatista local. Esta es la
parte visible.
En el movimiento militar ruso que ha puesto en alerta a la alianza
transatlántica, no surgen puramente destellos virtuales filtrados por
el tráfico mediático, o por las pautas en el juego de las potencias.
Allí están los antecedentes inmediatos de una expansión territorial de
esta alianza hacia Polonia, República Checa, Rumania, Bulgaria,
Hungría, rodeando a Rusia en algunos casos con baterías bélicas
antimisiles, que podrían ser hasta nucleares.
Están los antecedentes históricos, haciendo de la geografía
transcaucásica una zona tremendamente sensible por su ubicación
estratégica. La inmensidad de Rusia se ahoga por su vientre caucásico
donde Georgia es el epicentro; por allí respira hacia el sur y se
proyecta a Occidente, por ser una zona de tránsito. Definitivamente la
región transcaucásica se ubica próxima a los países del Asia Central,
Turquía, Irán e Irak, colindando así con la zona de mayor
concentración de recursos energéticos en el mundo.
Desde el desbande la ex URSS, el apetito occidental por el Cáucaso es
irredimible. Casi similar al que exhibe por el medio oriente. Desde
hace más de una década, la región transcaucásica es prioridad central
en la ofensiva de la alianza transatlántica para ocupar el espacio de
la antigua dominación soviética. M.A. Smith (Conflict Studies Research
Center. Reino Unido.1999) basándose en Stanislav Chernyavskiy (1998) -
un alto funcionario del gobierno ruso- apuntaba que EEUU haría uso de
cualquier medio para controlar la zona. Las opciones más atractivas
consisten en EEUU convertido en árbitro de los conflictos étnicos, o a
través de la utilización de un poder regional como Turquía para
penetrar en la zona transcaucásica. La invasión militar rusa reciente
provocada por la incitación del movimiento georgiano sobre Osetia del
Sur le estaría abriendo la primera opción. Sin embargo, la posibilidad
de asociar tanto a Georgia como Azerbaiyán a la OTAN, amenazaría
seriamente a la pretensión rusa de continuar controlando la zona.
En 1936, no en vano Georgia se transforma en república soviética bajo
la presión de Stalin. Es el año en que se forma el eje Alemania-
Italia, que haría detonar en menos de tres años la Segunda Guerra
Mundial. El mismo año en que estalla la guerra civil española.
El elemento financiero también está presionando. Rusia no ha podido
invertir en la industria energética de la zona en una dimensión
correspondiente a su aspiración de controlar la zona. En este sentido
no ha podido enfrentar el poderío del capital de las compañías
occidentales, optando por el predominio político y militar. En una
arista más profunda, a Rusia le pesa el legado anticomunista heredado
de la expansión soviética.
El último muro del mundo Bipolar
Sin embargo el problema subyacente mayor está en la ONU. El organismo
es quizás el último muro del mundo bipolar arrastrando vestigios y
vicios de la Guerra Fría clásica. O, más bien, esta continúa
existiendo como cultura dejando atrapado al organismo en su red. El
ente más planetario del orbe, también ha sido víctima de la dualidad
de su propia construcción conceptual basada en la confrontación
bipolar estimulando así el unilateralismo. La utilización del Consejo
de Seguridad como órgano centralizador de las decisiones así lo ha
demostrado, a pesar del asumido fin de la guerra fría.
El “nuevo orden mundial” -prematuramente augurado por Estados Unidos y
refrendado por el sistema de organizaciones internacionales en los
comienzos de los noventa, a partir de la “caída de los muros” y la
descompresión de la Guerra Fría- es una desafortunada elucubración de
nivel macro que no ha resistido el paso del tiempo. Osetia del Sur
recurre a Rusia, y por otro lado está el tema de la identidad, el
leitmotiv de las naciones o de las que quieren serlo como las
localidades de Osetia del Sur y Abkhazia,
El órgano global destinado a complementar las transformaciones a
partir de la “caída de los muros” y a liderar un nuevo marco
conceptual de relaciones y la reconstrucción de las zonas más
afectadas por la guerra fría, es un instrumento cada vez más sometido
al juego de las potencias. En el marco de la bipolaridad, existía la
posibilidad del equilibrio y de una menor concentración de poder.
Ahora el poder está cada vez más concentrado en el Consejo de
Seguridad, y en cinco países con derecho a veto. El resto de los
países son apenas comparsas de un grupo musical de cámara, donde ni
siquiera asoma la posibilidad del no alineamiento. Osetia del Sur no
puede ser independiente por esa falla en el sistema internacional. Si
la responsabilidad entera es de la ONU quizás sea inapropiado. Los
países “hacen la ONU”, y para hacerla funcionar en forma diferente
deben acelerar su reforma, tarea que está pendiente.
El panorama no es fácil para Rusia que tampoco podría contar
incondicionalmente con China, conociendo la autonomía de esta nación
en materia internacional. EEUU e India -este último un aliado
histórico de la Ex Unión Soviética- están a punto de sellar una
alianza estratégica incluyendo el desarrollo nuclear de India, que ya
tiene la bomba atómica. Frente al acorralamiento, más que su poderío
militar, Rusia ha tenido que mostrar su capacidad de decisión, y la
señal de lo que está en juego.
8/22/2008
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