“Su revolución fue haber transformado completamente el tango, elevarlo a un tango inolvidable, que quedó la memoria de todos. Se toca en todas partes del mundo. Ese legado que el dejó es muy importante”.
Laura contó que comenzó con la fundación Astor Piazzolla (http://www.astorpiazzolla.org) un año después de que el artista “se fuera de gira”. “Comencé por el amor y el respeto que le tenía. Quise ayudarlo para que su legado se impulsara, todo necesita un impulso”.
Encuentro de dos grandes
“Vas a ser algo grande, pibe...íTe lo digo yo! Pero el tango lo tocás como un gallego. ¿Te gustaría tocar conmigo?”, le habría dicho Gardel al autor de Adiós Nonino al conocerlo.
Según la viuda de Piazzolla, el encuentro se dio en Nueva York, donde Gardel había sido contratado para filmar una película.
“Como Astor sabía inglés, él le pedía que lo acompañe a comprarse camisas y le pedía que le enseñe piropos cortitos para las mujeres. Fueron como cómplices. Y nada en la vida es casualidad”, recuerda Escalada.
La política
Siempre viví para mi música y mis cosas. Algunos dicen que soy egoísta, pero, en realidad, siempre viví tras los problemas ajenos. Un buen día el corazón dijo párate y me dio un susto bárbaro. Pero lo de mi enfermedad tiene sus causas lógicas. El pequeño infarto comenzó con las elecciones del 11 de marzo (1973). Yo estaba en Italia y vibré de alegría cuando supe que las urnas reventaron de votos. Los tanos me felicitaban. Y volví al país esperanzado. A tal punto que tuve ocasión de votar por Perón el 23 de septiembre. Lo hice porque quiero, como la inmensa mayoría, el cambio verdadero y definitivo en mi país. Yo nunca le había dado demasiada importancia a lo que sucedía fuera de la música. Pero los tiempos fueron cambiando y llegó el momento en que no se podía ignorar que había gente jodida, que estaba sufriendo hambre, enfermedades, llena de privaciones. No soy político ni tengo ideas que estén reñidas con la conciencia de un tipo verdaderamente argentino. Soy cristiano y lo voté a Perón porque creo que es el hombre indicado para llevar el barco a buen puerto. Cuando me preguntan qué idea tengo respondo: soy bandoneonísta.
El exilio
Todo tiene su razón de ser. Creo que más o menos fue en 1950 cuando me entraron cosas en el espíritu, en el pecho. Pero todo lo que percibí debió tomar su tiempo para madurar y posteriormente explotar. Creo que ahora estoy en plena combustión. De manera que lo más imprescindible es sacar un balance general del asunto. Y para eso necesito estar solo y lejos. Solo como músico y como hombre. Conversé seriamente con Amelita Baltar y ella ha sabido comprenderme. Yo viajaré solo. Es una separación, sólo el destino o Dios dirá si alguna vez retorno qué pasará con Amelita. Puede ser que ya esté casada o tal vez aún me espere. Son cosas que no se saben. Mi determinación de dudar no es un anzuelo gastado de publicidad. Es la precisa. Estaré unos cuatro meses en Río de Janeiro trabajando con esa gente talentosa de allá. Gente que me quiere mucho. Luego haré mi cuartel general en París. Desde allí me proyectaré o trataré, al menos. Deseo hacer lo mismo que Atahualpa Yupanqui. Volver cuando el bichito del recuerdo te pica mucho. Y luego, con las baterías cargadas, retornar al extranjero. Habré de dosificar mis fuerzas y más que nada tratar de realizar cosas constructivas y eliminar las negativas. Además, ¿cómo puedo vivir aquí donde resucitan todas las momias? En el tango no se adelanta nada. Todo vuelve como hace treinta y cinco años. Es increíble. ¿Dónde está el cambio? Por comenzar voy a ser otro Piazzolla, más reposado y menos agresivo. Toda la polenta que tengo debo colocarla no para hacerme mala sangre sino para tratar de encauzar mi vida artística y privada. Voy a pensar en mí. Años y años pensando en los otros. Estoy en un pozo sin fondo. Desubicado. Sin empleo, sin ganas y encima enfermo... ¿Qué puedo decir con la música? Iré a Río de Janeiro. Allá tengo receptividad, ambiente, vendo bien mis discos y me llaman para trabajar de todos lados. La desilusión que me da no tener trabajo en
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