5/21/2008



El Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810



(Fuente: Archivo de Franco Burelli)



La composición del Cabildo Abierto fue la siguiente: 16 funcionarios públicos, 4 miembros del Consulado; 7 funcionarios de la Real Audiencia; 13 Alcaldes de barrio; 2 Alcaldes de la Hermandad; 27 Eclesiásticos; 17 Abogados; 3 Escribanos; 1 Licenciado; 4 médicos; 59 comerciantes; 21 vecinos; 59 militares; 3 marinos; 15 sin profesión.

Al día siguiente se escrutó la votación que fue compuesta por 251 cabildantes.
158 votaron en contra de Cisneros, 67 votos por su permanencia y 26 se abstuvieron.


¿Qué les parece si miramos la Revolución de Mayo con un enfoque diferente al tradicional?

Desde niños se han familiarizado en nuestras retinas las láminas y las referencias simpáticas, que hacían nuestros docentes sobre aquellos personajes del mayo de 1810.

Se nos grabaron algunos nombres; pero de muchos otros nunca supimos, ni nombres, ni mucho menos sus destinos o su posición ideológica en aquel momento.

Salvo las personalidades trascendentes de Belgrano y Moreno y, en alguna medida Saavedra, Castelli y Paso, los demás, creo pasaron casi desapercibidos para nosotros.

¿No sería interesante ver algo más allá del calco que traemos desde siempre y prestamos algo de atención personalizada sobre las figuras de aquellos días.

La curiosidad nos hará descubrir nombres, posiciones e peculiaridades a las que quizás nunca prestamos atención.

¿Quiénes firmaron las actas de aquel entonces?

¿Qiénes se ausentaron sin dejar constancia de sus posiciones?

¿Qué fue de la vida de Alberti, Matheu, Larrea, Azcuénaga y de tantos otros miembros del elenco de aquel Cabildo que concluyer revolucionando el Río de la Plata?

Sabemos que las corrientes ideológicas del momento, por otra parte, se podrían resumir en cuatro posiciones; estaban:

-Los Legalistas

Que sostenían que las cosas debían continuar como estaban, ya que eran colonia de España.

Era la opinión ultra conservadora.

-Los Juntistas

Que aunaba a Españoles y Criollos.

Era el grupo más numeroso y sostenían la formación de juntas locales, que debían gobernar en nombre de Fernando VII.

-Los Independientes

Que deseaban, al estilo norteamericano, separarse de la metrópoli.

-Los Clandestinos

Que, liderados por el grupo de los 7, reunidos en la jabonaría de Vieytes o en la casa de R. Peña, buscaba apoyar a los independentistas de cualquier manera.

Lamentablemente y por esa propensión que tenemos los argentinos de cultivar las dicotomías, no podemos sino desconfiar de las frases, que nos enseñaron de chicos y que afirmaban cosas tales como:

La Revolución de Mayo, fue un acto:

Sin violencia”.

Sin derramar una sola gota de sangre”.

Con una multitud que “no se irritó, más allá de: “el pueblo quiere saber de qué se trata”.

No hubo presos, ni fusilado”.

A nadie se persiguió en los días de mayo”.

Las familias de uno y otro bando pudieron permanecer en sus casas, sin fugas, ni exilios”.

Los pocos distanciamientos se efectuaron por cuestiones internas”.

La conducta del más comprometido de los españoles, el propio Virrey Cisneros, en todo momento fue caballeresca y considerada”. “Lo mismo los revolucionarios con él”.

El único incidente áspero (demasiado comentado para su irrelevancia) consistió en la rabieta que ofuscó a Mariano Moreno”

Una célebre cena con un brindis, donde Atanasio Duarte, entró impensadamente en la historia al ocurrírsele brindar por la esposa del Presidente de la Primera Junta, acompañando el acto con palabras de empalagosa obsecuencia. Lo cual terminó con un famoso “Decreto de Honores” que sirvió para que, durante la vida institucional de los argentinos, fuere utilizado como emblema de austeridad, rigidez en el trato con las altas jerarquías y expresar toda indignación vehemente mediante la frase ineludible que se le recuerda al alma y nervio de la Revolución de Mayo: “Ningún argentino, ni ebrio ni dormido”.

¡Cuántos catedráticos, funcionarios y políticos indignados han levantado el índice acusador, adornando la oratoria ardiente con la frase del fogoso joven Mariano Moreno en aquella noche aciaga!

Hasta ese momento, los funcionarios de la corona habían cumplido su rol con la lealtad que merecían sus mandantes de la metrópoli.

Esos hombres nada hicieron para encender conflictos o guerras inútiles.

Entonces, nos cabría preguntar:

¿Quiénes fueron el fiscal Villota, el Síndico Leiva, el Obispo Lué, o el mismo Cisneros?

¿Qué papel jugaron estos señores? y ¿Qué hicieron en los días siguientes al 25 de mayo?

Esos nombres, entonces, que pasaron por nuestras mentes de manera fugaz cuando éramos chicos y de los cuales nunca fuimos más allá de la sonrisa complaciente ante los ardorosos discursos de Castelli, retrucando al Obispo Lué, (un hombre que se nos antojaba un petulante) o la admiración por la oratoria de Juan José Paso, que le rebatía al brillante fiscal Villota, quisiera fueran hoy, motivo de tu consideración.

Por otra parte, las dos tendencias antagónicas de aquel momento debemos enmarcarlas en el paradigma del colonialismo español de la época.

No se conocían, entonces, a los “absolutistas” o a los “constitucionalistas”.

De los hechos del momento, va tomando forma; va naciendo en el Río de la Plata una alternativa mucho más interesante: Constituir una Patria nueva.

La relación Metrópoli-Colonia empezaba a cansar por ciertos anacronismos.

La república democrática en los Estados Unidos funcionaba bien.

El sistema parlamentario representativo de Inglaterra resultaba por demás interesante.

Las ideas del iluminismo francés seguían vigentes.

Pero, lamentablemente, casi siempre nos hemos manejado como si antes de ese 25 de mayo no hubiera, aquí, existido el país.

Esto era una colonia de España y tenemos que reconocer que ya antes de 1810 residían en estas comarcas unas numerosas e importantes comunidades.

Qué las costumbres se mantuvieron y que por buen tiempo hasta las leyes de Indias se siguieron aplicando.

No debiéramos sectorizar nuestro análisis y apreciaciones.

De lo contrario seguimos siendo “de pensamiento iunfantil”, donde de la época de los virreyes cultivamos más a Vértiz, que a otros, porque fue un soplo de progreso liberal, más acorde con las ideas de los constitucionalistas españoles y la Francia del siglo XVIII; de los gobernadores a quién le dedicamos las mejores simpatías es Hernandarias.

¿Porqué? Porque sabemos que Hernandarias era tan criollo; había nacido en América y nos enorgullecía su bravura y sentido de la justicia.

Cuando hablamos de Hernandarias sentimos que estamos hablando de un argentino cien por cien, aunque en sus tiempos (principios del siglo XVII) era totalmente remota la posibilidad de imaginar un país argentino, como el que surgió desde 1810.

Entonces, realmente ¿quién fue quién, en aquel 25 de mayo de 1810?

Entre todos los actores de esta semana fundamental, las principales FIGURAS que desfilan por la “cartelera porteña” de esos días y, que por ello, irremediablemente, aparecerán, con sus luces y sus sombras, en nuestra historia patria, aparecen:

(ordenados alfabéticamente)

Alberti, Manuel

Belgrano, Manuel

Beruti, Antonio

Castelli, Juan José

Chiclana, Feliciano

Cisneros , Baltasar Hidalgo, el virrey

de Anchorena, Tomás Manuel, Regidor

de Azcuénaga, Miguel

de la Vega, Diego

de Leiva, Julián, Síndico Procurador general

de Lezica Juan José, alcalde ordinario de primer voto

de Llano, Juan, Regidor

de Ocampo, Manuel José, Regidor

de Reyes, Manuel José, Oidor

de Villota, Manuel Genaro

Domínguez, Andrés, Regidor

Fernando VII, el Rey

French, Domingo

Gutiérrez, Santiago, Regidor

Inchaurregui (comerciante)

Larrea, Juan

Leiva, Julián

Lué y Riega, Benito, El Obispo

Matheu, Domingo

Moreno, Mariano

Nadal y Guarda, Jaime, Regidor

Núñez, Justo José, escribano público y de Cabildo

Paso, Juan José

Rodríguez Peña, Nicolás

Rodríguez, Martín

Ruíz Huidrobro, Pascual, general español

Saavedra, Cornelio

Sola (eclesiástico)

Vieytes

Viguera, Pedro

Villota, Manuel, el Fiscal

Yaniz, Martín Gregorio, alcalde ordinario de segundo voto


(Fuente: Recopilación de Franco Burelli)







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