1/27/2007

José Martí, su casa en la Habana (desde Cuba)

LA HABANA, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - En ocasiones una persona sella con su impronta una calle. Esto ocurre con la de Paula, la Habana Vieja, a unos pasos de los restos de la antigua muralla que protegía la ciudad colonial. En una casa humilde de dos plantas construida en esa calle nació José Martí.

Hoy se llega hasta la casa caminando por la calle Ejido. El monumental inmueble de la Estación Central de trenes puede hacerle sombra, pero la luz que aún irradia de la humildad del inmueble opaca el cuerpo de varios pisos del vecino inmueble.

La fachada de la casa de la familia Martí y Pérez posee una simetría propia de las construcciones coloniales. Cuatro accesos dan luz y frescor al ambiente interior del inmueble emplazado de sur a norte. El acceso principal mira hacia el sur y encamina hacia el norte el recorrido de los interiores. Una ventana cerrada por el toque de una reja colonial acompaña a la puerta por su izquierda. En el piso superior dos balcones completan la modestia de la fachada.

La casa del Apóstol es un museo donde se conservan fotos, documentos, objetos que pertenecieron a la familia y a su hijo ilustre. Sus muros amarillos parecen tomar su color del sol y las puertas de las ventanas y balcones de color azul indican cuánto de cielo cubano hay dentro de la casa donde nació Martí.

La casa del Apóstol no es, sin embargo, un lugar de peregrinaje, ni mucho menos un santuario, como debiera serlo, pero sí es un elemento importante del rostro de la Habana Vieja. ¿Podría la parte más antigua de la capital poseer inmueble más conocido por los cubanos que la casita de José Martí?

La ciudad influyó seguramente en él. Justamente cuando nació Martí falleció Félix Varela en el exilio.

Los primeros dieciocho años de su vida los vivió Martí en La Habana. Pero los años entre 1853 y 1871, fecha de su partida hacia España en calidad de desterrado, no estuvieron exentos de acontecimientos.

En septiembre de 1852, apenas un trimestre antes de su nacimiento, las autoridades coloniales ejecutaron en La Habana a Eduardo Faccioso, quien inauguró la prensa separatista en la isla. En 1855, dos años después de su nacimiento, la ejecución de Ramón Pintó era el colofón de las conspiraciones encabezadas por Narciso López, Cisneros Betancourt, Joaquín de Agüero. En 1860, Martí tenía siete años y en el Teatro Tacón coronaron con laureles a la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, y dos años más tarde, en 1862, falleció en la ciudad José de la Luz y Caballero.

El sistema escolar contaba en aquel entonces con 133 escuelas públicas y privadas de nivel elemental. En marzo de 1865, José Martí ingresó en la escuela de instrucción primaria superior de varones, dirigida por Rafael María de Mendive. Completaban el panorama educacional algunos centros de nivel medio, el Instituto de Segunda Enseñanza, por cuyas aulas transitaría el Apóstol, la Universidad y varias bibliotecas. La Habana albergaba entonces a una población de 197 mil habitantes.

Fue en 1869, en el periódico manuscrito El Siboney, donde el Apóstol publicó el soneto ¡10 de Octubre! La contienda iniciada en La Demajagua el año anterior recrudece la represión colonial y los cuerpos de voluntarios protagonizan un hecho de terror al asaltar y tirotear el público asistente a una función del teatro Villanueva. Los grupos de voluntarios al servicio de la represión política, amedrentan y acallan las voces que se alzan para reclamar la independencia de Cuba, y asaltan casas, golpean a los que expresan sus ideas de liberación del yugo colonial.

En octubre de 1869, Martí va a la cárcel. Es un adolescente. Fue condenado a seis años de reclusión por escribir en una carta a un condiscípulo, frases condenatorias al régimen español. Allí, en prisión, encontró las vivencias que lo llevarían a escribir el folleto El Presidio político en Cuba. Martí realizó trabajo forzados en las canteras de San Lázaro. En octubre del 1870, se alejaría de su ciudad natal para cumplir domicilio forzoso en Isla de Pinos. Meses después, el Apóstol solamente puede ver La Habana desde la fortaleza de La Cabaña donde estuvo recluido hasta su partida al destierro en 1871.

Durante el resto de su existencia Martí vivió más en el extranjero que en su ciudad. El largo y doloroso peregrinar del exiliado no le hizo olvidar La Habana ni a su Patria. Sus amores más grandes fueron Cuba y la noche.



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From: marioenrique, 1 hour ago