Simón Rodríguez: Maestro y mentor de líderes de
El comienzo de un nuevo ciclo escolar nos convoca a padres, alumnos, docentes, cooperadores y personal no docente a reasumir las responsabilidades que como integrantes de una comunidad tenemos para sembrar las bases del futuro de nuestra descendencia.
No quisiera dejar pasar este momento único en el año sin traer a la memoria las palabras de un maestro de líderes en nuestro subcontinente.
Simón Rodríguez fue uno de los intelectuales americanos más importantes de su tiempo, destacando por su profundo conocimiento de la sociedad hispanoamericana, el cual posteriormente trasmitirá a Simón Bolívar al desempeñarse como su maestro y mentor.
El Libertador le escribe el 19 de enero de 1824 desde Pativilca (Perú), una de las más conmovedoras epístolas de toda su vida: "Ud. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. me señaló [...] No puede Ud. figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que Ud. me ha dado, no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Ud. me ha regalado".
Simón Rodríguez nace en Caracas un 28 de Octubre de 1769 y muere en Perú el 28 de Febrero de 1854 en el pueblecito de Amotape, acompañado por sus dos hijos.
Setenta años después de su deceso, sus restos fueron trasladados al Panteón de los Próceres en Lima, y desde allí, al siglo justo de su fallecimiento, fueron devueltos a su Caracas natal, donde reposan en el Panteón Nacional desde el 28 de febrero de 1954.
Para Simón Rodríguez la educación debe garantizar la emancipación mental – intelectual tanto del hombre como de los pueblos que desearan vivir bajo una forma republicana.
La educación adquiere un carácter popular y universal, público y social, pero sobre todo republicano porque “en el sistema republicano, educar es crear voluntades (…) porque sólo la educación impone obligaciones a la voluntad”.
Crear voluntades puede interpretarse, teniendo en cuenta el espíritu del Iluminismo, como la formación de hombres aptos para ser ciudadanos, hombres que puedan “saber y hacer”.
Simón Rodríguez le adjudica a la primera escuela una centralidad mayúscula en esta formación de ciudadanos u hombres republicanos.
De allí que se refiera a ésta como “la escuela por antonomasia” ya que allí comienza “la vida de las relaciones, con las cosas y con las personas”.
Se desprende de las concepciones precedentes que la escuela y la educación tienen para Simón Rodríguez una función política.
Desterrar la ignorancia, establecer la instrucción social para que el hombre deje “su existencia precaria y su vida miserable”, difundir y desarrollar las “ideas sociales” para que los individuos adquieran una “conciencia pública” y puedan disfrutar del “goce de la ciudadanía”, son algunas de las múltiples funciones que el “maestro y político ilustrado” pretendía que la escuela llevara a cabo en este nuevo paraje del mundo llamado Latinoamérica.
En su libro El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas defendidos por un amigo de la causa social (Arequipa, 1830), Simón Rodríguez incluye “Nota sobre el proyecto de educación popular".
Allí vierte algunas consideraciones en torno a la cuestión educativa y su desempeño como maestro en
El Director de semejante obra, debe tener más aptitudes que el Presidente de
1ª Moralidad (no escrúpulos monásticos ni gazmoñería).
2ª Espíritu social (por razón, no por imitación ni por conveniencia).
3ª Conocimiento práctico y CONSUMADO de artes, de oficios y de ciencias exactas (Economista, no mero especulador).
4ª Conocimiento práctico del Pueblo, y para esto haber viajado por largo tiempo, en países donde hay que aprender, y con la intención de aprender.
El Pueblo no se conoce andando por las calles, ni frecuentando algunas casas pobres, para darles una parte de lo que necesitan, o para pedirles todo lo que pueden dar.
5ª Modales decentes (sin afectación).
6ª Genio Popular, para saberse abajar a tratar, de igual a igual, con el ignorante —sobre todo con los niños.
7ª Juicio, para hacer sentir su superioridad sin humillar.
8ª Comunicativo, para enseñar todo lo que sabe, y en esta cualidad poner su amor propio; no en alucinar con sentencias propias o ajenas, y hacerse respetar por una ventaja que todos pueden tener, si emplean su tiempo en estudiar.
El que piense en esto reconocerá que lo que sabe lo debe al pobre que lo mantuvo, por una porción de años, de estudiante —y que no hizo aquel sacrificio, sino con la esperanza de tener quien lo enseñase.
Los que han aprendido a expensas de otro, son libros que han costado mucho dinero; más le habría valido al pobre campesino comprarse una biblioteca.
Los Doctores Americanos no advierten que deben su ciencia a los indios y a los negros: porque si los Señores Doctores hubieran tenido que arar, sembrar, recoger, cargar y confeccionar lo que han comido, vestido y jugado durante su vida inútil... no sabrían tanto: ... estarían en los campos y serían tan brutos como sus esclavos — ejemplo los que se han quedado trabajando con ellos en las minas, en los sembrados detrás de los bueyes, en los caminos detrás de las mulas, en las canteras, y en muchas pobres tiendecillas haciendo manteos, casacas, borlas, zapatos y casullas.
9ª De un humor igual, para ser siempre el mismo con las gentes que tenga bajo sus órdenes.
10ª Sano, robusto y activo, para transportarse a todos los puntos donde se trabaje. El Director es el desempeño del Gobierno —de su intervención depende el buen éxito de la mayor parte de las providencias; porque casi todas son económicas, y sin economía no hay Estado.
Como Agente inmediato, debe aplicar la mano a las obras, para enseñar —y estar presente para hacerlas ejecutar.
Desde su casa manda el Gobierno: el que ha de ejecutar sus órdenes, no ha de estar SENTADO despachando correos, y cometiendo a otros lo que está obligado a hacer —no puede, por consiguiente, tener otro empleo, ni tomar el título de Director Económico por honor, o por el sueldo... porque no es colocación ni destino, ni suerte, como se dice cuando se favorece a cualquiera por empeños.
Cuando el Director escriba ha de decir
Cuando le escriban, le han de superscribir sus cartas, diciéndole a
De todas estas cosas, el Sr. Director no sabe sino los nombres, ni cuida de otra cosa. Sus dependencias lo engañan, él engaña al Gobierno y el Gobierno al Pueblo.
Hablan todos mucho, y ninguno hace nada.
11ª Debe tener INGENIO, porque en muchísimas ocurrencias se verá con las dificultades a solas, y tendrá que apelar a sí mismo para vencerlas.
Hay cosas en que, el que manda (sea lo que fuere) no puede o no debe pedir consejo, o no tiene a quien pedirlo —es un viaje de alta mar: los marineros sirven de mucho con arbitrios de maniobra o de industria en casos apurados; pero de nada en punto a rumbos —ellos manejan las velas; pero sólo el Piloto manda virar.
El Director no ha de estar colgado de libritos, ni de mapas, ni de recetas, ni los qué lo necesitan han de estar esperando a que salga del Coro, del Tribunal, de
Ha de tener cabeza y manos —con cabeza sola sabrá lo que es menester mandar, y con manos solas, lo hará cuando se lo manden...
12ª Desinteresado, prudente, aficionado a la invención y a los trabajos mecánicos, estudioso, despreocupado, en fin... hombre de mundano ha de ser un simple que se deje mandar por los que manda, ni un necio que se haga valer por el empleo.
No habría con qué pagar un director semejante, si por cada cualidad exigiese un premio; pero quiere la fortuna que los hombres, tan felizmente dotados, tengan una inclinación decidida a ocuparse en hacer bien, y no piensen en atesorar.
Es muy fácil obtener los servicios que pide
Buen comienzo de año a todos
Dr. Mario Enrique Abait
Director de Secundaria Superior
Unidad Académica Escuela Normal Superior
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