
'LA  EÑE'...
 (María Elena Walsh)
 La culpa  es de los gnomos, que nunca quisieron ser ñomos...
 Culpa tienen  la nieve, la niebla, los nietos, los atenienses, el unicornio... Todos evasores de la eñe...  
 Señoras,  señores, compañeros, ¡amados niños!... ¡No nos dejemos arrebatar la  eñe!...
  Ya nos  han birlado los signos de apertura de interrogación y admiración... Ya nos redujeron hasta el apócope...  Ya nos han traducido  el pochoclo (pop corn)... 
 Y como éramos  pocos, la abuelita informática, ha parido un monstruoso # en lugar de la eñe,  con su gracioso peluquín, el ~...
 Quieren decirme,  ¿qué haremos con nuestros sueños?... 
 Entre la fauna en  peligro de extinción, ¿figuran los ñandúes y los ñacurutuces?...
 En los pagos de  Añatuya, ¿como cantarán Añoranzas?... ¿A qué pobre barrigón fajaremos al  ñudo?... ¿Qué será del Año Nuevo... El tiempo de ñaupa... Aquel tapado de  armiño, y La ñata contra el vidrio?... ¿Y cómo graficaremos la más dulce  consonante de la lengua guaraní?... 
 'La  ortografía también es gente', escribió Fernando Pessoa... Y, como la gente, sufre variadas  discriminaciones... 
 Hay signos y  signos, unos blancos, altos y de ojos azules, como la W o la K... Otros, pobres morochos de Hispanoamérica,  como la letrita segunda; la eñe, jamás considerada por los monóculos británicos,  que está en peligro de pasar al bando de los desocupados, después de rendir  tantos servicios y no ser precisamente una letra ñoqui... 
 A  barrerla, a borrarla, a sustituirla, dicen los perezosos manipuladores de las  maquinitas, sólo porque la ñ da un poco de trabajo... Pereza ideológica, hubiéramos dicho en la  década del setenta...
 Una letra española  es un defecto más de los hispanos, esa raza impura formateada y escaneada,  también por pereza y comodidad... 
 Nada de  hondureños, salvadoreños, caribeños, panameños... ¡Impronunciables nativos!... Sigamos siendo  dueños de algo que nos pertenece, esa letra con caperuza, algo muy pequeño, pero  menos ñoño de lo que parece... 
 Algo importante,  algo gente, algo alma y lengua, algo no descartable, algo propio y compartido,  porque así se nos canta... 
 No faltará quien  ofrezca soluciones absurdas: escribir con nuestro inolvidable César Bruto,  compinche del maestro Oski.
 Ninios, suenios,  otonio... Fantasía inexplicable que ya fue y preferimos no reanudar, salvo que  la Madre Patria retroceda, y vuelva a llamarse Hispania... 
 La supervivencia  de esta letra nos atañe, sin distinción de sexos, credos ni programas de  software... 
 Luchemos  para no añadir más leña a la hoguera, donde se debate nuestro discriminado  signo... Letra es sinónimo de  carácter... 
 ¡Avisémoslo al  mundo entero por Internet!...
 
 
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