Tomás Abraham, uno de los más renombrados y excéntricos intelectuales de la Argentina, habla sobre la realidad social y cultural en momentos electorales y afirma que los intelectuales argentinos son los más atrasados
¿Cómo describiría el escenario político argentino en este año electoral? Es algo previsible lo que ocurrirá en el país. No podremos hablar de democracia mientras el dinero de la gente, la que paga cuando compra algo, cuando paga su jubilación, sus impuestos, sus ganancias, no sea manejado con transparencia y bajo la supervisión de organismos de control.
Hoy, lo más importante de la sociedad argentina es la reacción de las familias que piden justicia y resisten a las mafias paraestatales y privadas.
¿Cómo ve a los intelectuales de este país? Los intelectuales argentinos se encuentran, físicamente, en donde deberían estar: detrás de un escritorio y rodeados de libros. Ideológicamente, por lo general, cerca de un "aplausómetro" que les engorde la vanidad.
En su mayoría, los filósofos no están adelantados, y particularmente los argentinos tienen un enorme retraso, posiblemente yo también.
¿Qué características encuentra en la realidad social y cultural de la Argentina de hoy? Hay tres conceptos que nuestro país consume de modo escaso y por porciones. Estos son: modernidad, posmodernidad e hipermodernidad.
Modernidad es gobierno republicano, educación laica, sociedad de masas, sociedad industrial, es la burocracia estatal.
Posmodernidad es la disidencia e inconformismo respecto de las divisiones tradicionales de la cultura y una nueva audacia ilustrada que pretende no retroceder con puritanismo a la novedad de los tiempos y a la diversidad.
Hipermodernidad es una patente más reciente, que destaca el aspecto paradojal de la sociedad de consumo. Llama "hiperconsumo" a la actitud de frenesí adquisitivo, por un lado, y de búsqueda de estados interiores, por el otro.
Luego de esto viene el "neohombre" mejorado, clonado y digitalizado, que no fuma, ni bebe, ni c...
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