8/17/2006

Desolación y ruinas en el sur libanés

Desolación y ruinas en el sur libanés

Israel atacó repetidamente instalaciones de luz y agua, farmacias y hospitales

MARKABA, sur del Líbano (De una enviada especial).- Todo parece muerto y acabado en este pueblo fronterizo con Israel donde empieza una ruta de espanto: desde aquí, en plena montaña, hasta la costera ciudad de Tiro hay más de 50 kilómetros en los que sólo se ven, uno tras otro, poblados en ruina.

Entre restos de munición sin estallar, LA NACION los recorrió uno por uno, con recurrentes desvíos del camino principal, dañado por el pertinaz bombardeo aéreo.

Por primera vez las máquinas pudieron entrar, limpiar calles y levantar algo de escombro para encontrar, entonces, lo que siempre se intuyó y pocas veces quiso admitirse: decenas de cuerpos de civiles, alcanzados por el bombardeo en el último espasmo antes de la muerte.

Figuran, entre ellos, decenas de niños menores de quince años, principales víctimas de la intervención israelí contra "el terrorismo de Hezbollah".

Desde este pueblo hasta Tiro, pasando, entre otros, por Khiam, Meys el Jabal, Aytaroun, Blida, Kounine, Kafra, Saddoquine, Caná y Hanavai, el patrón del ataque se repite a simple vista: es infaltable contra estaciones de servicio, farmacias, hospitales, postes de energía e instalaciones de agua.

Los cables cuelgan como lianas. "Necesitaremos más de 50 ingenieros, cien millones de dólares y por lo menos un mes de trabajo sólo para restablecer la energía en Khiam", dijo Zouhair Mehdí, responsable local de Electricité Du Liban.

Muchos postes de luz fueron volcados a mano durante operaciones terrestres, del mismo modo en que, además del bombardeo desde el aire, el destrozo de las rutas y calles internas se completó con martillos neumáticos. Los ataques también apuntaron a las fuentes de agua potable.

"Nosotros perdimos tanto la vieja escuela como el edificio de la nueva, que no pudimos llegar a estrenar", dijo a LA NACION el sacerdote ortodoxo griego Antonios Hassin, quien presta servicio en Debbine, un suburbio mayoritariamente chiita en la cercana Marayoun.

"El problema no son los israelíes, sino los sionistas. Quiero pensar que la sociedad israelí no es consciente o no sabe aún lo que ha hecho su gobierno aquí", añadió. La casa del sacerdote también fue atacada.

Entierros tardíos

Sin embargo, la fiereza del ataque es aún mayor en calles en las que se advierten fotos de "mártires" -como la milicia chiita llama a quienes cometen atentados terroristas en Israel- o banderas de Hezbollah, algo, esto último, muy frecuente en esta zona del país.

Ayer se montaban entierros sin funeral: cuerpos rescatados tras días de permanecer expuestos al tórrido calor del verano libanés eran enterrados en rápido trámite. En su mayoría, correspondían a miembros de una misma familia atrapados en el desmoronamiento de su casa por el ataque aéreo.

El bombardeo produce efectos curiosos. Entre ellos, locales con buena parte de su mercadería aún ordenada y a la vista, con la vidriera o incluso la pared frontal arrancada de cuajo. Eso se repetía en boutiques infantiles, farmacias o bazares. Nadie, sin embargo, tocaba nada. No hubo, hasta anoche, noticia alguna de saqueo.

Las pocas personas que regresaron deambulan entre los escombros con la expresión de quien no da crédito a lo que ve. Los problemas se agudizan por la noche; sin luz ni agua, estos pueblos se vuelven fantasmas de los que todos quieren escapar, dejando atrás tierra arrasada. Vacía de vida.

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From: marioenrique, 1 hour ago